Un comentario que hace un amigo de la colla en el post dedicado a ella, me ha tocado la fibra y me ha hecho pensar.
Dice que ya empieza a tener casi más recuerdos que planes de futuro.
Me ha asustado pensar que la vida es una línea en la que hay un punto a partir del cual hay más pasado que futuro. Es cierto que las vivencias se van acumulando en forma de recuerdos y experiencia que engordan el equipaje de esa metáfora que es el viaje de nuestra vida.
Ese viaje o línea de la vida, ¿es hacia una montaña más o menos alta, en la que la cima son las ilusiones de juventud, las metas que hay que alcanzar, se llega a la cima (o no), y luego se desciende? ¿Una vez conseguidos los objetivos, simplemente hay que descender, vivir de rentas y recuerdos?
¿O es una ruta, con obstáculos más o menos difíciles, con muchas paradas por el camino?
¿Hay un momento en el que se tiene que haber conseguido los objetivos? ¿Se tiene que dejar de hacer planes en algún momento?
¿La meta debe ser la comodidad, descansar del esfuerzo?
Yo lo veo como el texto que estoy escribiendo: a medida que escribo, se van acumulando las letras, igual que el pasado. El cursor es el presente, y el futuro no existe, es el texto que se va a escribir, y siempre hay que tener planes o cosas que decir. No sabemos ni cuán largo va a salir, ni si va a salir un churro.
Creo que no hay que extraviarse en la nostalgia.
Hoy en día, con lo rápido que sucede todo, la experiencia ya no comporta sabiduría. Admiro a la gente mayor, incluso ancianos, con ilusiones, planes, proyectos, que viven como si nunca fuesen a morir, iniciando cosas. Son los que me parecen sabios, los que aprovechan sus vivencias y quieren vivir más. Siempre están dispuestos a aprender y a mejorar, los que no rechazan por sistema las cosas nuevas, sino que se intentan adaptar y aprovechar lo bueno. Los que se mantienen al día y no se autocompadecen.
Con la esperanza de vida que tenemos, una gran parte de nuestra vida va a transcurrir fuera de lo que se considera actividad: reproducción, crianza y vida laboral. Los planes de futuro no pueden ser únicamente formar una familia, tener hijos, o llegar a tal puesto en el trabajo.
Apuesto por metas razonables en cada etapa de la vida; ilusiones, que no utopías, y preocuparse por la propia perfección.
(ACTUALIZACIÓN 16:14 h)
En el magazine de La Vanguardia de hoy, viene una entrevista a Clint Eastwood (quien por cierto, físicamente me recuerda mucho a mi padre), que con 78 años encarna lo que intentaba decir en el post. Dice:
Creo que es importante seguir avanzando. Me gusta hacer películas. Si no me gustase, pararía. Disfruto contando historias. No tengo ningún motivo para retirarme. Me gusta jugar a golf y relajarme, pero no me gustaría hacer sólo eso. Tengo un trabajo al que ir, y cosas que hacer, y nuevas historias que contar. Esto evita que me sienta de 78 años.
Chapeau, Clint!
4 comentarios:
Pienso en ese sentido como tú. Lo importante es no perder nunca las ilusiones...
Hola, Sonia, me alegra verte por aquí!
Lo importante es no perder nunca las ilusiones, es verdad, pero ya sabes... la teoría es mucho más fácil que la práctica, y no siempre es fácil encontrar nuevas ilusiones.
Un beso.
Siempre me ha parecido que la inteligencia real no es la que refleja un test de coeficiente intelectual (método más que desfasado puesto que se limita a cuantificar las habilidades matemáticas y lingüísticas) sino la que se traduce en la capacidad de saber vivir la vida. Nada consigue impresionarme y conmoverme más que esa gente mayor que sigue ilusionándose por todo y observándolo todo con curiosidad de niño.
Normalmente conservan esa chispa en los ojos que a la gran mayoría nos desaparece alrededor de la treintena.
Tienes toda la razón, Patsy. Me encantaría ser una viejita así, pero me temo que yo voy a ser de las viejitas cascarrabias, jajajaja!
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