sábado, 28 de febrero de 2009

Los hombres que odian a las mujeres (II)

Decía que las novelas de Stieg Larsson enganchan, incluso a los que no les han gustado. La cuestión es por qué enganchan.
En algún sitio he leído que es por el autor, su intensa vida de periodista y luchador contra las injusticias, y por el hecho que haya muerto sin ver ninguna de sus novelas publicadas. Yo no conocía su biografía cuando inicié su lectura, así que no es el caso.

Los detractores del escritor (o de sus novelas), dicen que se nota que está escrito por un periodista, no por un escritor, porque le falta estilo y literatura. Que utiliza fórmulas básicas en su escritura y que se repite. Que los personajes son estereotipos.

Lo del lenguaje: vale. ¿Y qué?
Seguramente hay más gente a quien le gusta la prosa ágil, llana y sin florituras, que el lenguaje literario rico y complicado, accesible y asimilable sólo para unos pocos. Por otro lado es un lenguaje correcto, real y útil, sin ser vulgar ni manipulador.

Respecto a las fórmulas de escritura y a la repetición no voy a meterme. Creo que es subjetivo y a mí no me lo parece.

Los personajes sí tienen miga.
Los protagonistas, Mikael Blomkvist y Lisbeth Salander, son un hombre y una mujer de 45 y 26 años respectivamente.
Él es un periodista investigador que denuncia corruptos. Es soltero (divorciado y con una hija, pero eso no cuenta en el libro), tiene una amante fija, y otras eventuales que se cruzan en su camino, sean de 25 ó de 50 años. Es inteligente, tierno, comprensivo, bueno en la cama y con el toque canallesco justo. El ideal de las mujeres, vamos.
Las mujeres con las que se acuesta no le piden cuentas ni intentan pescarlo, sabe tratarlas y está en forma. Su amante fija es guapa, inteligente, ardiente, no tiene hijos (ni los quiere) y lo mejor de todo, está felizmente casada. Su marido conoce la relación y la acepta. Vaya, el ideal de cualquier hombre.

La Salander es una marginada social que ha sufrido abusos en su niñez, y tiene capacidades intelectuales extraordinarias. Hacker superdotada, resentida con el mundo, en especial con los hombres, con un sentido de la justicia que provoca simpatías. A pesar de sus tatuajes y piercings, es de aspecto frágil, aunque de carácter extremadamente fuerte. Solitaria y de gustos sexuales ambiguos, también sucumbirá ante Mikael. Su filosofía es vive y deja vivir, pero quien la hace, la paga. Una vengadora justiciera de aspecto siniestro y actividades poco lícitas, pero cae bien.

Se trata de novela negra, así que hay asesinatos, investigaciones, crímenes, corrupción y sexo.
Larsson era periodista de investigación, como el protagonista, por lo que conoce el tema y sus entresijos.

Para mí la clave del éxito es la trama bien urdida, muchos frentes interconectados sobre una base sólida, que se va desarrollando con cuentagotas, lo que mantiene el interés hasta el final.
Dentro de cada capítulo hay subcapítulos donde el autor te sitúa en la piel de cada uno de los personajes implicados (que son muchos, por cierto) y la situación en la que se encuentra dentro de la trama, además de sus sentimientos. Pero no lo cuenta todo, lo deja en suspenso, de tal manera que mantiene en vilo tu atención y quieres seguir leyendo para saber más.
De la misma manera que enganchan los culebrones.
Y con esto no le estoy quitando mérito, sino al contrario.

Otro dato es la nacionalidad. Que el lugar donde se desarrollan las novelas y por tanto los crímenes sean suecos, siendo Suecia uno de los países más civilizados del mundo, sobretodo en igualdad de derechos entre sexos (o eso creía yo), da a los crímenes una dimensión morbosa.
Yo me quedé parada con los datos que Larsson ofrece al inicio de cada una de las cuatro partes en las que está dividido el primer libro:

- El 18% de las suecas han sido intimidadas alguna vez por un hombre.
- El 46% de las suecas han estado expuestas a la violencia de algún hombre.
- El 13% de las suecas han sido víctimas de violencia sexual con agravantes fuera de una relación sexual.
- El 92% de las suecas que han sido víctimas de una agresión sexual no lo ha denunciado a la policía.

Como en cine, tampoco soy experta en literatura, todo este análisis lo hago como lectora, teniendo en cuenta que leo poca novela.

jueves, 26 de febrero de 2009

Perogrullo

(Foto: cartel en un bar de Lagos, Nigeria)

Leo en Público.es una noticia sobre un estudio, por cierto financiado por la Unión Europea: el maltrato afecta la vida laboral de las mujeres.
Ese es el titular, lo que viene después, en realidad no dice nada.

Me vienen a la mente dos cosas: Los estudios estúpidos, y Perogrullo.

No es que me parezca banal que la vida laboral de las mujeres se vea afectada por los malos tratos. Es una obviedad que a cualquiera, sea mujer, hombre, niño, anciano o animal, le afecta el maltrato. Y no sólo en su vida laboral, sino social, familiar, personal...
Probablemente lo que me chirría es el titular en sí, la manera de expresarlo.
Y también que quizá el dinero que se destina a realizar estos estudios bien podría ir dirigido a combatir y evitar el maltrato.

Me he acordado de un post de La lectora corrent de hace unas semanas sobre estudios prescindibles, en este caso una investigación acerca de si el fútbol había evolucionado en los últimos tres mundiales, y confiaba en que el dinero destinado a tales estudios no fuese de fondos públicos.
Y mira tú por dónde, me encuentro en lavanguardia.es con que un profesor de una universidad inglesa investiga el ruido de las flatulencias. Todo orgulloso él, ingeniero acústico, quiere analizar por qué suenan divertidas las falsas pedorretas.
¿Estamos locos o qué?

Lo otro que me ha venido a la mente es la perogrullada, que es una verdad o certeza, que por ser notoriamente sabida, es necedad o simpleza el decirla.
Francisco de Quevedo, en su Visita de los chistes, dice:

Si lloviere, habrá lodos
y será cosa de ver
que nadie podrá correr

sin echar atrás los codos.


El que tuviere, tendrá.
Será casado el marido;

y el perdido más perdido,
quien menos guarda y más da.

Las mujeres parirán

si se empreñan y parieren

y los hijos que nacieren

de cuyos fueren serán.


Se volará con las plumas,
andaráse con los pies;

serán seis dos veces tres

por muy mal que se hagan las sumas.


Me parece delicioso.

martes, 24 de febrero de 2009

Los hombres que odian a las mujeres (I)

(fotograma de la película)

Quería acabar el segundo libro antes de comentarlo aquí, pero no voy a esperar.

Me refiero a la trilogía de Stieg Larsson, Millennium, cuyos dos primeros títulos ya están a la venta: el primero, Los hombres que no amaban a las mujeres (según Patsy, y yo estoy con ella, título mal traducido) salió en junio de 2008; el segundo, La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, a finales de noviembre del mismo año; y el tercero, La reina en el palacio de las corrientes de aire, se publicará aquí en junio de 2009.

Para los que no lo sepan, Stieg Larsson era un periodista y reportero de guerra sueco comprometido en proyectos antiviolencia, experto en grupos de ultraderecha, que se dedicaba a su hobby, escribir ficción, por la noche. Escribía la serie Millennium, en principio ideada para diez libros, pero justo después de entregar al editor el tercero, y sin ver publicado el primero, sufrió un infarto y murió, con 50 años, en noviembre de 2004.

Enseguida el primer libro fue un bombazo. Miles de ejemplares vendidos, pilas de ellos en primera fila en todas las librerías. Por esa misma razón, no me interesaba. Soy muy reacia a los best-sellers. El título no me atraía en absoluto, antes al contrario, y no leía ninguna crítica del libro. Cuando a finales del año salió a la venta el segundo, fue cuando picó mi curiosidad. Leí algunas reseñas de gente que me merece respeto y en quienes confío, y me compré el primero.

Me lo leí en unos cuantos días, y eso, teniendo en cuenta que es un tocho, y que sólo puedo leer por la noche un par de páginas (me quedo dormida casi como las muñecas, al acostarme y cerrar los ojos) y los fines de semana, es un récord. Me enganchó desde las primeras líneas.
En cuanto lo acabé, me compré el segundo, y ahí estoy, casi acabándolo.

El próximo fin de semana estrenan en Suecia la película basada en el primer libro. Según he leído, del segundo y tercero harán tele-movies en capítulos. No estoy segura de si me parece una buena o mala noticia. La verdad es que cuando lo lees te imaginas la trama como una película, pero da miedo la decepción que te llevas a veces con las adaptaciones. Recuerdo cuando leí El silencio de los inocentes, que sabía que iban a hacer la película (El silencio de los corderos), y no me podía imaginar cómo harían algunas escenas, me parecía imposible llevarlas al cine. Sin embargo, cuando la vi me pareció una excelente adaptación. Otras veces no ha sido así. Supongo que acabaré viéndola, aunque todavía no hay fecha de estreno.

Si en algo está de acuerdo todo el mundo que los ha leído, les hayan gustado o no, es que enganchan.
(Continuará...)

domingo, 22 de febrero de 2009

Spotify

(Foto Jean Shin: sound wave)

Acabo de descubrir Spotify, y debo decir que me parece muy buena idea. Y una buena manera para, si no solucionar, paliar el problema de las descargas de música, los derechos de autor y los cánones abusivos.
Partamos de la base que soy torpe en tecnología, y no sé si sabré sacarle el jugo, y que no soy una fanática de la música, y me conformo con poder escuchar la que me gusta en los momentos que puedo.

El Spotify es un software creado en Suecia, a través del cual se puede escuchar música de forma gratuita estando conectado a Internet. Spotify ha firmado acuerdos con la mayoría de discográficas, con lo que es lícito, y el abanico de estilos, cantantes, grupos y temas es muy amplio. Es legal y gratuito.
Te descargas el programa, y ya puedes empezar a buscar y seleccionar la música que quieres. Escuchas los temas exactamente igual como si los tuvieses almacenados en tu equipo, con una excelente calidad.

¿Quién paga entonces los derechos, los cánones y todas esas cosas?
Pues la publicidad (aunque hasta lo que yo he probado, no ha aparecido). Pero si quieres ahorrártela, puedes hacerte cliente premium (pagando un módico precio).

Eso sí, la música ni se puede descargar ni puedes escucharla, de momento, en el móvil (todo llegará) ni en el mp4. Pero puedes crear tus listas y compartir. Aparte de para escuchar prácticamente toda la música que quieras (algunos autores, como los Beatles o Pink Floyd, no permiten que su música aparezca en las listas del Spotify), es útil para evitar el almacenaje de discos.

Para mí es un buen invento. A diferencia de los libros, que son para mí pequeños tesoros, y me gusta tenerlos y admirarlos aunque ya los haya leído, no me pasa lo mismo con la música. No soy ni mucho menos una entendida, y si puedo escuchar lo que me apetezca en el ordenador, sin tener que buscar entre todos los CD's que tengo, me ahorra mucho trabajo y molestias.

Existen programas parecidos para visualizar películas o series, que también evitan el almacenaje de películas (legales o no), con el consiguiente ahorro de espacio, así como económico y ecológico. Entiendo que también hay amantes de coleccionar películas que visualizan muchas veces, y entusiastas de la música a quienes gusta tener una completísima discografía al alcance (físico) de la mano. Pero insisto que, de no ser el caso, creo que es un buen sistema alternativo.

Quizá llegue el día en que deje de haber discotecas, videotecas y bibliotecas (también llegará para los libros) particulares, a excepción de coleccionistas y fetichistas.

jueves, 19 de febrero de 2009

Hasta las narices

En la Audiencia de Barcelona ha empezado hoy el juicio contra el individuo que en octubre del 2007 agredió a una menor en un tren de los ferrocarriles de la Generalitat.

Sólo responde a las preguntas de su abogado, claro, que es quien le ha aleccionado sobre lo que tiene que decir. Dice que se da asco a sí mismo, que no era él, que no recuerda nada de lo que pasó, y que estaba bajo los efectos del alcohol y las drogas. También dice que nunca ha tenido una actitud racista (la agredida era ecuatoriana).

A mí sí que me da asco. Y me dan ganas de vomitar que pueda ser considerado atenuante estar bajo los efectos del alcohol o las drogas, aduciendo que uno no es dueño de sí mismo, cuando a mi parecer esa circunstancia no sólo no debería ser atenuante, sino que debería ser AGRAVANTE. A nadie le obligan a consumir drogas de ningún tipo, uno las toma porque quiere, y sabe los efectos que le causan. Además que no me creo que bajo los efectos de ningún producto consumido voluntariamente se cambie la noción que uno tiene sobre lo que está bien y lo que está mal. Mucha gente que toma drogas lo hace porque bajo sus efectos se atreve a más.
Y en cualquier caso, tampoco me creo que el día de los hechos estuviese muy borracho ni muy drogado. ¡Si hasta pretendía cobrar dinero por contar lo que había hecho en la tele!

Creo que su comportamiento no debe quedar impune. Da igual que la chica fuese ecuatoriana o catalana, da igual que antes hubiera tenido actitudes racistas o no. Lo que hizo es violencia pura y dura, además de gratuita. Tiene antecedentes por robo con violencia y por conducir ebrio, así que un angelito no era, aún sin los efectos de las drogas.
Y lo siento, pero tampoco me sirve "la difícil infancia del acusado".

Cada cual tiene que responsabilizarse de sus actos, todo el mundo debería asumir que lo que uno hace tiene consecuencias, y que nada es gratuito.

Estoy hasta las narices de que chorizos, criminales, ladrones de guante blanco, asesinos, maltratadores, incluso simples caraduras, se salgan de rositas sin pagar por sus hazañas.

martes, 17 de febrero de 2009

Cables

¡Por fin, alguna buena noticia!
Parece ser que los fabricantes de teléfonos móviles se han puesto de acuerdo para sacar al mercado un cargador que sirva para todos los terminales. Quizá lo anuncien en la reunión que está teniendo lugar estos días en Barcelona, el World Mobile Congress.

Algunas marcas ya lo pondrán en práctica este año, aunque probablemente no se generalizará su uso a todas hasta el 2010. Parece ser que ya habían intentado un acuerdo antes, pero no se lograba. Las autoridades han tenido que amenazar con la imposición del modelo estándar por ley, para que se pongan las pilas (en este caso, la batería con el cargador!).

Seguramente todos hemos tenido ya más de un móbil en nuestra vida, y a pesar de que con cada uno comprobamos que necesitamos un cargador diferente, guardamos el antiguo por si algún día nos sirve para otro (yo por lo menos, que me cuesta tirar mucho las cosas que no están rotas).

A ver si aprovecho la ocasión, y me decido a tirar (llevar a la deixalleria) una caja entera que tengo con cargadores de todo tipo, terminales inservibles, adaptadores, cables que no sé para qué sirven, alargos de no sé qué, transformadores...

Y los señores fabricantes también podrían aprovechar para fabricar un cargador realmente universal, es decir, que sirva para cargar móviles, cámaras de fotos, cámaras de vídeo, MP4, consolas, etc.

viernes, 13 de febrero de 2009

Hoy toca cine

Hoy voy a hablar de cine. Podría tocar un montón de temas, más importantes o que me preocupan más, pero necesito relajarme y evadirme.

Las últimas noticias que he leído respecto al cine me entristecen: por tercer año consecutivo el número de espectadores ha descendido, un 7,6% menos en 2008 que en el año anterior.
La gente de la calle atribuye esto a tres causas:

1. Descarga de películas por internet.
2. Subida del precio de las entradas.
3. Menor calidad de las películas.

Estoy de acuerdo sólo con la primera.
El precio de las entradas me parece elevado relativamente. Depende con qué lo comparemos. Ha subido, es cierto, como todo, pero sigue siendo uno de los espectáculos más baratos a los que se puede asistir. Me gusta el cine, pero también me gusta el teatro, y en cambio no puedo asistir con la frecuencia que quisiera por su precio.
Lo más caro del cine es el avituallamiento: las palomitas, los snacks y las bebidas. A mí no me gusta que se pueda comer y beber mientras miras una película en el cine, y suelo ir a verlas a horas intempestivas para no tener que sufrir a mi lado el olor y el sonido de las palomitas.

Respecto a la calidad de las películas, yo no creo que haya disminuido. Siempre ha habido películas buenas, películas malas, películas pasables, películas infumables...
Hay cine para casi todo tipo de público. Lo que me gusta a mí puede ser un bodrio para otro, y viceversa. Y cuando estás pagando por algo, tienes que ser un poco selectivo y escoger lo que estás comprando, informarte sobre lo que vas a ver, por lo menos para saber si va contigo o no. Aunque a veces, sorpresas te da la vida.
De las películas que he visto últimamente, la que más me ha gustado fui a verla casi de casualidad:

He visto Entre les murs (La clase), película francesa rodada a modo de documental, transcurre en una escuela de un barrio parisino, narrando las vicisitudes de un profesor y su clase multirracial. Me gustó, aunque no tanto como esperaba, porque creo que en realidad las cosas son peores de como las pintan. Ni los alumnos son tan participativos, ni los profesores están tan motivados, ni hay tanto respeto como se trasluce en la película.

También he visto Revolutionary road, basada en la novela homónima de Richard Yates, con unas excelentes interpretaciones que les ha valido la nominación a los Oscar a sus dos protagonistas, Leonardo DiCaprio y Kate Winslet. Ambientada en la América de los 50. Me gustó.

Otra que no me he perdido ha sido The curious case of Benjamin Button, película de David Fincher, director de Zodiac, Seven o El club de la lucha, que para mí no está a la altura de éstas. La actuación de Brad Pitt muy buena, pero la peli se me hizo un poco larga. También está basada en un relato corto, éste de F. Scott Fitzerald, aunque parece ser que no tiene nada que ver con él (no lo he leído y no puedo opinar). En la película han hecho una historia de amor.

Y la sorpresa, RocknRolla. Había leído alguna buena crítica, pero no me seducía suficiente para ir a verla. Sin embargo la vi, y de las cuatro, la mejor. Película británica de Guy Ritchie, el ex de Madonna que mientras estuvo con ella no hizo nada bueno, es una comedia de enredo cuyos protagonistas son mafiosos rusos, especuladores de altos vuelos, ladrones de poca monta, cantantes de rock... todo aderezado con humor inglés. Salí del cine con una sonrisa de oreja a oreja.
Su próxima película, Sherlock Holmes, no me la perderé.
Chapeau
, Guy.

domingo, 8 de febrero de 2009

Madrid

He estado en Madrid, con una agenda apretada, pero con un resultado fructífero en muchos campos.

He tenido la oportunidad de conocer personalmente a Patsy. Siempre es gratificante conocer a una buena persona. Fue como una cita a ciegas, después de habernos comunicado durante un cierto tiempo a través de internet. Como pasa con las buenas personas, desde el primer momento hubo conexión y complicidad, y conversamos como si nos conociéramos de toda la vida. Es sorprendente cómo se puede hablar de cualquier cosa, haciendo incluso confidencias, a quien acabas de conocer.
Debo reconocer que el mérito es básicamente suyo, al ser abierta y habladora, y a transmitir confianza a través de su voz y sus palabras.

El motivo de mi viaje a Madrid era la asistencia a un curso, que podría calificar de útil y provechoso. Pero, una vez más, constaté lo que ya comenté aquí un día: las mujeres somos legión en medicina y en patología, me atrevería a decir que aún más en citología, campo al que se ceñía este curso y, sin embargo, los ponentes eran en su mayoría hombres. Capaces y brillantes en algunos casos, no digo que no, pero no justifica la desproporción.
También hay citólogas excelentes en nuestro país y fuera de él, y se les sigue ninguneando o relegando a un segundo plano.

Aprovechamos la noche para pasarnos por el café Central, donde se puede cenar mientras se escucha jazz en vivo. El grupo que actuó esa noche, Ensamble Nuevo Tango, fue extraordinario, de ponerse de pie.
Me pareció alucinante que un grupo que aquí te lo imaginas en el Auditori o en el Grec, toque durante una semana en un café.
Tuve la oportunidad de conversar un rato con el guitarrista y líder, Fernando Egozcue, quien no me supo explicar porqué no se prodigaban en Barcelona.

Fui a Madrid en avión, y a Dios pongo por testigo que, si puedo evitarlo, no lo volveré a hacer. No me extraña que el puente aéreo y todos los vuelos entre Madrid y Barcelona hayan perdido tantos pasajeros. Cuatro horas y media desde que salí del hotel donde se celebraba el curso, hasta que llegué a mi casa, teniendo en cuenta que son 55 minutos de vuelo (y habiendo hecho el check-in por internet, por un módico precio de 4 €), no se merecen. Además del cansancio y el dolor de pies de caminar por interminables pasillos de aeropuertos, enlaces de metro, tren, escaleras mecánicas (o no), que me han llevado a ser una incondicional del AVE a partir de ahora.

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