viernes, 31 de octubre de 2008

Más cine por favor...!

Sigo sin haber visto Vicky, Cristina, Barcelona. Probablemente sea la próxima película que vea, porque ya no me quedan muchas alternativas que me interesen.
En su lugar, he visto un par: Happy-go-lucky y El nido vacío.

La primera me daba un poco de miedo, aquí la han titulado Happy, un cuento sobre la felicidad, y me recordó otra que vi hace un tiempo: Odette, una comedia sobre la felicidad, y que no me gustó nada. Sin embargo, no tiene nada que ver. Happy me pareció mucho más realista, aunque la protagonista, Poppy, tiene un poco de Odette, pero el mundo en el que se desenvuelve es el de verdad, y su contrapunto en la película, el instructor de autoescuela, lo hace verosímil. También éste, en su exagerado pesimismo y misantropía, podría interpretarse como caricatura.

El nido vacío, una película argentina de Daniel Burman, me ha decepcionado un poco. Es una buena película, con excelentes interpretaciones (Cecilia Roth y Óscar Martínez) y buenos diálogos, pero no me ha causado ni frío ni calor. De este mismo director había visto El abrazo partido, que me gustó muchísimo, y Derecho de Familia, que también me gustó, un poco menos.

Vaya por delante que soy cinéfila, pero no entendida, por lo que mi crítica tiene poco valor. Las interpretaciones me parecen buenas si los intérpretes me hacen creer el personaje y me hacen olvidar que estoy viendo algo de ficción. Los diálogos me gustan si son creíbles y me hacen pensar. Y el guión me atrapa si está bien hilado, tiene consistencia, y me conmueve de alguna manera, me hace sentir. Y la verdad es que me ha removido más Happy que El Nido vacío.
Sin embargo, ésta está considerada como un inteligente retrato psicológico de un hombre en crisis, y aquélla, aunque también recibe elogios, es tildada de película simple.

Será que no las he entendido, como el personaje que responde la pregunta de matemáticas de la imagen y que me parece genial...

miércoles, 29 de octubre de 2008

Fachada

Desde ayer estoy un poco más endeudada.
Teníamos tiempo hasta el 31 de octubre para ingresar el dinero para las obras de la fachada, y yo ya he cumplido.
Ya comenté aquí que la obra era de gran envergadura, cuesta más de dos millones de euros. Contando las tiendas (que, aunque no les afecta para nada las obras, tienen que pagar igual), somos prácticamente cien vecinos, cada uno de los cuales paga en función de los metros de su vivienda o local.
Yo no soy de los que más paga, y aún así, tengo que ingresar veintiún mil euros (!!!).

Como ya dije, es un palo, pero estoy deseando que hagan ya las obras. A mí me afecta de lleno: el salón y una galería dan a la fachada principal. Ésta es de madera y fibrocemento (uralita), y tienen que reemplazarla por completo. Probablemente pierda encanto con el aluminio, pero ganaremos en calidad de vida, con mejor aislamiento térmico y acústico.
Desde que se descubrió que el fibrocemento, que contenía amianto, era cancerígeno, se fabrica sin éste, pero el de mi casa, construída hace más de cuarenta años, lo sigue teniendo. Para retirarlo, tienen que venir obreros protegidos con trajes casi de astronauta, y los desechos tienen que ser tratados de forma especial. Supongo que ésa es una de las razones por las que la obra es tan cara.

Hay un montón (aunque minoría) de vecinos que se oponen a las obras, por razones diversas, y que seguro crearán problemas y retrasarán el inicio de las mismas.
Ayer cuando volvía a casa, encontré en el buzón un panfleto escrito por algún propietario, invitando a la rebeldía, a no pagar. Con un listado de preguntas pretendidamente sin respuesta, respecto al proyecto, los presupuestos, la cuenta bancaria abierta, el arquitecto, etc, que me parecieron demagógicas, capciosas, paranoicas e ignorantes.
La mayoría de preguntas se responden habiendo asistido (y atendido) a las últimas reuniones, o bien por lógica, o lógicamente no tienen respuesta.

Lo que más me molesta, sin embargo, es que es un anónimo. Quienquiera que sea que se niega a pagar, no da la cara, para no dar la oportunidad de ser respondido.

sábado, 25 de octubre de 2008

Recuerdos

(foto: Pierre Beteille, portrait)

Unos científicos de Georgia (EEUU) han conseguido borrar de la memoria de ratones, recuerdos selectivos, concretamente malos recuerdos.
El equipo del doctor Joe Z. Tsien trabaja desde hace tiempo sobre una molécula que ellos denominan molécula de la memoria, la alfa-CaMKII, o protein-Kinasa vinculada a la calcio-modulina tipo II.

A grandes rasgos, se puede decir que la memoria tiene cuatro fases: adquisición, consolidación, almacenamiento y recuperación.
La molécula de la memoria actuaría en la fase de recuperación. Al bloquearla, se impediría evocar el recuerdo, que no eliminarlo.
Aunque de momento no es posible pensar en su aplicación en humanos (todo se andará), estos hallazgos podrían ser útiles en tratamientos de estrés postraumático, supervivientes de grandes tragedias, o en fobias, en los que los malos recuerdos provocan una alteración en la vida cotidiana e impiden su desarrollo con normalidad.

Hay que recordar que la memoria, los recuerdos, incluso los dolorosos, tienen su función, en el aprendizaje y la maduración. Aprendemos de los errores, propios o ajenos, para evitar repetirlos, y nos ayudan a adaptarnos. También es verdad que muchas veces tergiversamos los recuerdos, o los guardamos como nos conviene. Y que de forma natural, tendemos a evocar los buenos recuerdos y a olvidar los malos.

Personalmente, no me gustaría que me eliminasen recuerdos, ni siquiera los malos. Soy el resultado de todos ellos, de las experiencias buenas y malas, y sigo aprendiendo.
En el momento en que sucede algo negativo, nos gustaría que nos tragase la tierra, no estar allí, que no estuviese sucediendo o que fuese un sueño. Pero una vez que ha pasado, estoy segura de que es positivo para el crecimiento personal.

Todo esto me recuerda una estupenda película (de las pocas protagonizadas por Jim Carrey que me ha gustado), Eternal sunshine of the spotless mind (traducida aquí como Olvídate de mí!), drama romántico con toques futuristas: Los protagonistas, una pareja que está pasando por un mal momento, acuden a una empresa especializada para borrarse selectivamente los recuerdos que tienen el uno del otro, pero uno de ellos se arrepiente antes de acabar con ellos.

domingo, 19 de octubre de 2008

Yes, you are drunk

Esta semana ha salido a la luz pública un trabajo realizado en el Wellesley College de Massachusetts, capitaneado por Carol Ann Paul y publicado en la revista Archives of Neurology.
El estudio pretendía demostrar que el consumo moderado de alcohol, de la misma manera que hace tiempo se demostró que tenía un cierto efecto beneficioso para el sistema cardiovascular, también ejercía un efecto protector del sistema nervioso.
Y lo que demostró es que el consumo moderado (y por supuesto el excesivo) de alcohol, no sólo no lo protege, sino que atrofia el cerebro.

¡Pues vaya novedad!

Permitidme una pequeña incursión científica:
Ya era conocido de antiguo, cuando yo estudié la carrera, el síndrome de Korsakoff, amnesia causada por el déficit de tiamina (vitamina B1), consecuencia de la ingesta prolongada y excesiva de alcohol, que conduce al daño del núcleo dorsomedial del tálamo y de los cuerpos mamilares y a la atrofia difusa del lóbulo frontal. Son características, entre otras, el compromiso para codificar nueva información, amnesia retrógrada y anterógrada, y fabulación. En el síndrome de Korsakoff se manifiesta incapacidad para el aprendizaje de material nuevo con una memoria remota relativamente preservada.

Como siempre, el problema reside en los límites entre el consumo discreto, el moderado y el excesivo, teniendo en cuenta, además de la percepción subjetiva de riesgo ante el consumo, las diferencias de sensibilidad individual al alcohol. Hay que añadir que el alcohol produce tolerancia, es decir, cada vez se necesita mayor dosis para producir los mismos efectos. Eso NO significa que quien bebe habitualmente, puesto que tolera más alcohol, esté más protegido de sus consecuencias, sino todo lo contrario.

Se considera un consumo excesivo de alcohol 40 g/día en hombres, y 20 g/día en mujeres (las mujeres somos más sensibles al alcohol que los hombres). Estas cantidades se calculan según una fórmula, teniendo en cuenta la inmensa variedad de bebidas alcohólicas que existen y las diferentes graduaciones:

volumen (cc) x graduación x 0,8
_________________________
100

siendo 0,8 la densidad del alcohol.
Así, por ejemplo, un quinto de cerveza "Estrella" tiene 250 cc y una graduación de 5,4º. Aplicando la fórmula, tomarse uno de estos quintos equivale a ingerir 10,8 g de alcohol.
Otro ejemplo: media botella de vino (375 cc) de 13º tiene 39 g.

Actualmente el cálculo se hace en unidades: 1 unidad = 10 g.
Se considera consumo moderado hasta 20 unidades/semana en hombres, y hasta 13 en mujeres, y un consumo de riesgo: más de 28 y 16 unidades/semana respectivamente.

Para acabar, os pongo unos ejemplos:
1 vaso o copa de vino (100 cc) = 1 unidad
1 caña cerveza (200 cc) = 1 unidad
1 carajillo o vermut (50 cc) = 1 unidad
1 cubata de ron, ginebra o whisky = 2-4 unidades (según lo cargado que esté).

Y ahora, ¡a consumir con responsabilidad!

lunes, 13 de octubre de 2008

Tiro por la espalda

Me han pegado un tiro por la espalda. Creía, estúpida ingenua, que esas cosas sólo pasaban en la ficción, o a otras personas, no a mí.

Afortunadamente llevaba chaleco antibalas, así es que sobreviviré.

Pero duele igual, que es mucho. No la bala en sí, sino la traición. Cuando confías plenamente en alguien, es como si pusieses tu vida en sus manos. Y si te falla, no hay vuelta atrás.

Dime de lo que presumes, y té diré de qué careces. Quien más alardea de la confianza y la reclama es en quien menos se debe confiar.

Según el diccionario de la RAE, la palabra confianza tiene las siguientes acepciones, no excluyentes las unas de las otras:

1. Esperanza firme que se tiene de alguien o algo.
2. Presunción y vana opinión de sí mismo.
3. Familiaridad en el trato.
4. Persona en quien se puede confiar.
5. Cosa cuyo funcionamiento es adecuado o seguro.
6. Ánimo, aliento, vigor para obrar.

Demasiadas para las mentes necias. Entonces, se acogen sólo a las que les conviene, que suelen ser las facilitas: la familiaridad en el trato, y la vana opinión de sí mismo.

No creo en Dios, ni en ninguna religión, no creo en los políticos, no creo en prácticamente nada. Los que me conocen saben de mi honestidad tanto como de mi pesimismo: creo que si algo es susceptible de empeorar, lo hará. Pero en el fondo, creía en las personas.

Hace mucho tiempo conocí a alguien que pensaba que todo el mundo es malo y desconfiable mientras no se demuestre lo contrario, y se reía de mi candidez. Debo decir que la persona en cuestión era de poco fiar (piensa el ladrón que todos son de su condición).

Yo siempre me he resistido a esa creencia, y he seguido el patrón contrario: todo el mundo es bueno, mientras no me demuestren lo contrario. Vivo la fantasía de que todo el mundo actúa como yo lo haría. Hasta que llega alguien que te pega un bofetón, y te dice: ¡DESPIERTA!

¡Debo dejar de ir con el puto lirio en la mano!

¿Que otro muerda el polvo? ¡Ja!
En este mundo estamos los que hemos nacido para morder el polvo, y el resto.
Me queda el consuelo de escribirlo aquí, que me alivia. Quizá debería cambiar el título.

El dolor pasará, siempre se pasa, lo sé por experiencia.

Pero, por favor, que alguien me diga cómo se quitan las náuseas...!!!


domingo, 12 de octubre de 2008

El aire que respiro


Todavía no he visto la película Vicky, Cristina, Barcelona. Suelo ir a ver las películas de Woody Allen en cuanto se estrenan, pero no me he atrevido con ésta. Iré a verla, eso seguro, pero como seguramente estará tiempo en cartel, no tengo prisa. Encima, las opiniones que he oído sobre ella no me alientan. Será difícil ir a verla sin prejuicios.

La que sí he ido a ver es Cuatro vidas, título traducido libremente de The air I breath, una película del coreano-americano Jieho Lee, basada en un proverbio chino que dice que las emociones se pueden resumir en: felicidad, amor, dolor y placer. Así, la película cuenta cuatro historias que, como siempre, se imbrican (a mí me gusta esta fórmula), y donde el protagonista de cada una de ellas representa uno de los sentimientos.

El cuadro interpretativo es de altura: Forest Whitaker, Brendan Fraser, Andy García, Kevin Bacon, Julie Delpy y Sarah Michelle Gellar, y no decepcionan. El único pero que tengo a esto es que Andy García hace de mafioso, para aumentar su encasillamiento.

A mí, sinceramente, me ha costado encontrar las cuatro emociones. Es decir, están en todas las historias, pero lo que predomina en ellas y los personajes es el dolor. Éste lo impregna todo y diluye los otros sentimientos, que sólo hacen su aparición fugazmente. Como consecuencia, me ha parecido una película dura, muy dura.
Es buena, pero no apta para ir a pasar el rato, a evadirse y entretenerse. Sales del cine con sensación de desasosiego, por lo que no es conveniente verla en una etapa depresiva.

jueves, 9 de octubre de 2008

webs en movimiento


Supongo que debe ser una estrategia ampliamente estudiada por mentes pensantes (o no), lo de incluir en las páginas web publicidad en movimiento: vídeos, o animaciones.

El motivo debe ser que atrae la atención, y por ello, se mira, casi sin poder evitarlo, o inconscientemente, que es lo que se pretende. Que en la cantidad está el premio. Cuantas más personas vean el asunto, más probabilidades hay de que se interesen por ello, compren, cliquen o lo que sea.

Yo no lo soporto. Entrar en una página en la que, aún sin mirar directamente, por el rabillo del ojo me están bombardeando, con algo que a priori no me interesa y que, por ese simple hecho, no me va a interesar, hace que esté deseando salir de esa página.
No puedo concentrarme en lo que estoy leyendo (que me interesa), desvían mi atención como si alguien me estuviese chistando para que le atienda. Y no entro en una determinada página para eso.

Es como pretender leer con música estridente. O como cuando iba con los niños, pequeños, en el coche, y no podía concentrarme en mis pensamientos (confieso que cuando más me gusta pensar es conduciendo rutinariamente, y en la ducha) porque me reclamaban todo el tiempo, haciéndome preguntas: debía estar única y exclusivamente por ellos. Sólo podía permitirme el lujo de pensar cuando estaba sola.
Es decir, me interfieren. Siento la sensación de que me invaden.

Supongo que debo pertenecer a una minoría, porque si no, no lo entiendo. Si a la mayoría de gente le molestase que una parte de la página se mueva, perdería su razón de ser puesto que perderían clientela. Y no deben ser tontos los que los ponen.

Como ejemplo citaré El País digital. Suelo pasearme por diferentes diarios en la red, y elpaís.com me parece, sinceramente, el mejor. Además de los contenidos, me gusta el diseño, la calidad, la variedad, la actualización, la distribución de las noticias, los blogs, etc.
Por eso, porque me gusta, lo pongo como ejemplo de esta práctica, pero lo hacen todos, además de muchas páginas web. Si encima no es para vender nada, poner muñequitos, letras o fotos que se mueven...

Ya me hago cargo, que el movimiento, a bote pronto y en conjunto, le da amenidad a la página, pero es muy cansino... Y a mí, me enloquece.

martes, 7 de octubre de 2008

Cómo hablar de los libros que no se han leído


Con este sugerente título de libro de autoayuda que hará picar a más de uno y a más de ciento, se va a publicar dentro de poco en España un ensayo escrito por un francés, Pierre Bayard.
En cuanto leí la noticia de su próxima publicación, me vinieron a la mente dos cosas: una, la película Match Point, de Woody Allen, y dos, el libro que recomendé hace poco de Alessandro Baricco: Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación.

Al principio de Match Point, el protagonista, un ambicioso profesor de tenis de origen humilde que quiere introducirse en la alta sociedad, lee un libro, Crimen y castigo, pero no el original, sino un manual para poder hablar de él. De la misma manera escucha música clásica.

De esto es de lo que nos habla Baricco en su libro. Si releéis los párrafos que seleccioné aquí, el 11 de septiembre (no los pongo otra vez para no repetirme, cuando sepa poner enlaces, os llevaré directamente), sabréis a qué me estoy refiriendo.

Bayard dice: Leer un libro en particular es una pérdida de tiempo comparado con poseer una perspectiva de la literatura en general.
Pues qué queréis que os diga! Admiro a las personas con cultura amplia, pero de verdad, que se han cultivado, con todo lo que eso implica. Leer varios manuales para saber un poco de todo, que te aleccionen sobre lo más importante que debes saber de cada cosa, me parece pobre y fraudulento.
Una estafa, vaya. Lo han hecho con Sarah Palin antes del debate con su homólogo contrincante.

Otra perla que suelta el francés, es que su misión al escribir este ensayo era reflexionar sobre la esencia de la lectura, despojar a los libros de su condición de objetos sagrados, de aterradoras llaves para ingresar en el mundo de la cultura, e introducir la libertad y desterrar la culpa de la ecuación.

...!!!

Siempre ha habido el listo de turno que tiene cuatro nociones de varios temas y va de erudito. El que tenía que hacer un trabajo en el cole sobre un libro, y en lugar de leérselo, estiraba la reseña.
El que no había visto una peli, pero le habían contado, y le faltaba tiempo para cacarear su crítica.
En realidad, se ha hecho toda la vida, sólo que ahora es más fácil y rápido. Y encima, a quien lo hace le dan palmaditas en la espalda.
Toda la información que necesitas está al alcance con una sencillez y a una velocidad que es lo que hace que nos estén saliendo branquias, y estemos mutando.

Al final, como decía mi padre, en el mundo sólo habrá aprendices de todo, maestros de nada.

viernes, 3 de octubre de 2008

Tropic Thunder


El actor que más me ha sorprendido de Tropic Thunder ha sido Tom Cruise. Al principio no lo reconocí. Le veía algo raro al personaje, algo que no me acababa de cuadrar, hasta que di con él. Hace de productor detestable, y cuando caes en la cuenta de quién es, te cae bien. Tom Cruise, no el personaje. Al menos es lo que me pasó a mí, que no era santo de mi devoción. Que sea capaz de hacer de un tipo pesetero sin escrúpulos, gordo y calvo, despertó mis simpatías, me pareció que era capaz de reírse de sí mismo.

Esto aparte, el mejor personaje, para mí, es el que interpreta Robert Downey Jr. Representa a un actor metódico australiano, que se mete tanto en los personajes que interpreta, que es capaz de teñirse la piel y pasar por el quirófano, para parecer negro auténtico. Lleva una peluca de pelo afro, nariz y labio inferior postizos, y lentillas negras (el actor es moreno y tiene los ojos oscuros, pero en la película hace de anglosajón, así que cuando se quita el disfraz de negro, aparece teñido de rubio y con lentillas azules!!!). Incluso habla como los negros, hasta el punto que otro personaje, éste negro de verdad, le dice que no exagere!

La película se mofa del mundo de Hollywood y sus actores. Tiene momentos delirantes que me recordaban a Algo pasa con Mary, y te ríes (o sonríes) durante todo el tiempo que dura. Sin embargo, no me parece la mejor comedia de los últimos tiempos como se ha dicho (aunque tampoco las he visto todas). Quizá porque a mí me gusta el humor un poco más sutil...

En cualquier caso, es una película buena, divertida, crítica y que vale la pena ver.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Enfadada


Estoy de muy malas pulgas. Y cuando estoy de muy malas pulgas, me cuesta escribir. En realidad me reprimo sin escribir, porque luego me arrepentiría por deslenguada.

Como bien dice Intoku en su última entrada, uno no sólo trabaja por el dinero. Naturalmente que sin éste de por medio, iba a trabajar Rita la cantaora, pero digamos que, cubierta la necesidad mínima, uno intenta llenar el espíritu, ser útil y que le reconozcan o por lo menos respeten lo que hace.
Y para producir, sea lo que sea producir, se necesita un buen ambiente. Naturalmente se puede producir en cualquier circunstancia, pero el productor acaba quemándose.

En algunas empresas donde trabaja mucha gente, es difícil ir a una, seguir criterios parecidos y funcionar de forma homogénea. Siempre hay intereses diferentes y maneras de ver las cosas con matices que, según se manejen, pueden ser enriquecedores o llevar al caos.
Si además el trabajo de uno repercute en otro, es decir, se trata de un trabajo en cadena, desde el menos cualificado al más, la cosa se complica exponencialmente, todos los estamentos deben estar en sintonía.
Para eso están los jefes, directores, gestores o como se les quiera llamar: para unificar criterios e intentar aprovechar las cualidades de los trabajadores y así obtener mayor eficacia y eficiencia.
Y para cuando hay problemas, resolverlos. No despacharlos, ocultarlos ni obviarlos.

Si además estamos hablando de ciertos trabajos donde el producto es la Sanidad, la responsabilidad de que las cosas funcionen es máxima. No se puede dejar la resolución de conflictos a la buena voluntad, a la vocación, ni al amiguismo.

Uf! Una vez que lo he soltado, me he quedado mejor.

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