jueves, 31 de marzo de 2011

El día de la marmota

Independientemente de que todos los días laborables tengo la sensación de estar en un bucle como Bill Murray en Atrapado en el tiempo (así de monótonos son), esta semana especialmente, ya que se repite todos los años. El lunes después del fin de semana en el que se adelanta el reloj, y el resto de la semana, las conversaciones giran todo el día en torno al hecho. Que si cómo nos ha costado levantarnos hoy, que si todavía era de noche cuando ha sonado el despertador, que si estamos atontados, que si qué bien que a las 7 de la tarde aún es de día... Por suerte la semana que viene se nos habrá olvidado ya.

Aparte de esto, este año me he enterado de algunas cosas respecto al horario. Soy una ignorante, lo sé, pero no me canso de aprender.

España, a excepción de Canarias, utiliza un huso horario que no es el que le corresponde. Geográficamente estamos localizados en el huso que coincide con el meridiano de Greenwich, es decir, GMT0, como Inglaterra y Portugal, y en cambio nuestra hora es GMT+1. Eso sin tener en cuenta los horarios de invierno o verano.

¿Siempre ha sido así? No. Hasta 1901, se permitía que cada provincia tuviera la hora que le correspondía por meridiano. Así, por ejemplo, Galicia y Cataluña no coincidían con la hora. A partir del 2 de enero de 1901 se uniformizó la hora adoptando el horario del meridiano de Greenwich para toda España. Pero en 1940, la Europa asediada por Hitler, supongo que por tener la misma hora que Berlín, adelantó una hora los relojes. Cuando acabó la guerra, todos los países volvieron a su horario correspondiente, excepto España. ¿Por qué razón? Lo desconozco. No sé si las Canarias participaron en este baile de horas, pero la realidad es que allí la hora es la buena, se debería decir: Son las 12 en Canarias, una hora menos en la España peninsular (XD). El hecho es que vamos tarde, no vamos acorde con el sol.


Para Ignasi Buqueras, economista y presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los horarios españoles, esta es una más de las muchas razones por las que en este país trabajamos tantas horas y en cambio somos tan poco productivos, no conciliamos vida familiar y laboral, dormimos poco...

Pero yo me quería centrar en los husos horarios y curiosidades al respecto.
A pesar de que el día sólo tiene 24 horas, ¡existen 40 husos horarios! Esto es porque muchos países no se limitan a añadir una hora al Tiempo Universal Coordinado (UTC), sino fracciones. Por ejemplo el Nepal suma 5 horas y 45 minutos (GMT+5:45), por distinguirse de la India, que suma 5:30 horas. España no es el único país que utiliza un huso en el que no se encuentra. Argentina es otro país que tampoco tiene la hora de su meridiano. Tiene la misma hora que Uruguay y la zona este de Brasil, es decir, GMT-3, cuando le correspondería por meridiano GMT-4. Australia tiene tres franjas horarias, la más occidental GMT+8, la zona central tiene una hora y media más que ésta, y la más oriental, dos horas más.
Los husos horarios y los países que siguen la hora de cada uno de ellos podéis consultarlos en esta página que me ha parecido muy útil.

En todo caso, me alegro de estar ya en primavera, de sentir el sol, de oler las flores, y de que los días sean más largos... aunque sólo lo aproveche el fin de semana.

domingo, 27 de marzo de 2011

Un resfriado espantoso

No me puedo resistir a poner este vídeo donde una mamá se suena los mocos y provoca en su bebé una tormenta emocional.
Los humanos somos así: reacciones imprevisibles, contradictorias... Divertido, en cualquier caso.


sábado, 26 de marzo de 2011

Enemigos públicos

Desde hace unas semanas estoy experimentando con ir a trabajar al hospital en transporte público. No es tarea fácil, pues vivo en Barcelona ciudad y el hospital está en una colina del prelitoral de Badalona mal comunicada, a unos 15 km. En coche tardo entre 30 y 45 minutos (sin contar el aparcamiento allí), según el tráfico.

Hay varias opciones de transporte, ninguna demasiado satisfactoria, pero me he decidido desde que han alargado una línea de metro hasta el centro de Badalona y desde allí han habilitado un autobús-lanzadera que va directo al hospital. En total, tengo 13 paradas de metro con dos transbordos incluídos, y luego el autobús, todo lo cual me lleva 1 hora. Y levantarme media hora antes.

Me han arrastrado a tomar esta decisión varias razones. Una es económica personal: el precio de gasolina y gasóleo me parece desorbitado, y tengo que reducir gastos. Otra la crisis energética y financiera general: el martilleo de la administración para que ahorremos energía y reduzcamos la contaminación a veces causa mella, y de vez en cuando me saltaba a la yugular mi Pepito Grillo proletario. Otro motivo es la dificultad del aparcamiento en el hospital: En las horas punta aquéllo se convierte en una jungla donde prevalece la ley del más fuerte. Colas interminables de coches de empleados, enfermos y acompañantes a la caza de una de las insuficientes plazas habilitadas. Ya no digamos en verano, imposible conseguirla a cubierto para no achicharrarse a la salida. El resto de horas es prácticamente imposible aparcar, y los coches se desparraman por la montaña.

Pero la razón más importante, la que finalmente me ha empujado a desterrar el coche, es la falta de tiempo para leer. Entre semana no dispongo de horas, cuando llego a casa me pongo a hacer la cena, luego a cenar y luego caigo en la cama como las gallinas hipnotizadas con un golpe en la frente. El fin de semana aprovecho para bailar, quedar con amigos y escribir en el blog. La cosa no da para más.
Hace tiempo que no encuentro lecturas que me enganchen, voy acumulando libros empezados que roban horas a mi vida sin aportar nada. Sumado a la falta de tiempo, me daba una cierta sensación de embrutecimiento y desnutrición mental.
Algunos amigos y compañeros me convencieron de que sin el coche ganaría ese tiempo para leer.

Pues bien: NO ES FÁCIL LEER EN EL METRO (ni en ningún transporte público).
En los momentos de mayor afluencia, ni siquiera es posible sacar el libro del bolso. A medida que se vacía, con un poco de suerte hasta puedes sentarte a disfrutar de la lectura. Pero eso no será posible si tienes al lado gente que habla a gritos, con el vecino o por el móvil, llevan la música a toda pastilla en sus auriculares, o te deleitan los conciertos a capella o con acordeón alive, que es lo más frecuente.
Por eso estoy totalmente de acuerdo con mi admirado Quim Monzó en su artículo de hoy en La Vanguardia.

Voy a probar con los tapones en los oídos.

domingo, 20 de marzo de 2011

La dama de las orquídeas






Si hasta ahora alguien se ha beneficiado de la reclusión que padecemos en casa por las obras, son mis orquídeas, ya que las evacué. Me las llevé a mi despacho del hospital, donde tengo un gran ventanal que da a la fachada del módulo de hospitalización general. Otros despachos mejores dan al lado contrario, desde donde se ve el mar, pero no me puedo quejar, tengo mucha luz natural.
Cuando me mudé a este despacho tras la jubilación de un amigo y compañero patólogo, después de pasar por su antesala oscura y ruidosa, la orquídea que tenía allí revivió, y volvió a ser la envidia del departamento.

Ahora tengo allí varias Phalaenopsis, una de ellas florida, otra en vías de florecer. Pero la que me tiene el corazón robado últimamente es una orquídea (menos conocida que las Phalaenopsis, que son las más comunes), que en casa no había vuelto a florecer desde que la compré, hace unos cuantos años. Únicamente iba sacando hojas nuevas, pero la mimaba igual. Se trata de un Paphiopedilum o zapatito de Venus, llamada así porque tiene el labelo en forma de zueco. De cada tallo de esta orquídea nace una única (a veces dos) flor, que es espectacular, como podéis ver en la última foto de la secuencia.

Las orquídeas son de las plantas más versátiles que hay, y sus flores de las más variadas. Su nombre proviene del griego orchis, que significa testículo. Yo conocía esta raíz griega, porque a veces recibo piezas de orquiectomía, es decir, de extracción de un testículo, pero no veía su relación con las flores. El nombre se lo puso el filósofo Teofrasto 375 años antes de Cristo, por las ahora llamadas Orchis, un género de orquídeas que tiene un bulbo doble de morfología muy similar a los testículos.

En la gran mayoría de géneros las flores están formadas por tres piezas externas (sépalos), dos laterales y uno dorsal, y tres elementos internos (pétalos), dos laterales y uno inferior llamado labelo, que es el mayor y de morfología extremadamente variable. Es la pieza más característica de las orquídeas.

La extremada variedad de orquídeas que existe (unas 30000 especies) se debe a su compleja vida sexual, que es fascinante.
En general, para la reproducción de casi cualquier tipo de flor se requiere que el polen sea transportado de una flor a otra. (Las manzanas, ¿cómo se acuestan para tener manzanas?)
El medio de transporte o polinizador suelen ser insectos o el viento. Pero en el caso de las orquídeas, el polen se encuentra en forma de masas compactas (polinias) que el viento no puede transportar. Así pues, requieren un camalic para perpetuarse.
Son zoófilas y sus polinizadores muy variados: pueden ser moscas, mosquitos, avispas, abejas, mariposas, polillas, murciélagos, sapos o aves (colibrí). Pero también son fieles, cada especie suele especializarse en uno de ellos, de ahí la gran variedad de flores.
Para atraer al polinizador utilizan reclamos: algunas orquídeas mimetizan la forma y el olor de la hembra de algunos insectos, y la mayoría ofrecen exquisitos néctares como recompensa. Pero hay otras que manipulan y embaucan a los polinizadores sin darles premio, como las Cypripedium. (No quiero hacer paralelismos, pero la atención se me desvía).

Si no son fecundadas, las orquídeas se mantienen lozanas durante tiempo, algunas varios meses, pero si son fecundadas, se marchitan inmediatamente. (¿A qué me recuerda eso? Otra vez se me desvía la atención).

Para acabar, os contaré una cosa que probablemente muchos sepáis, pero que yo me acabo de enterar: La vainilla es el fruto de una orquídea.
Me encanta la vainilla, su olor y su sabor, me encantan las orquídeas, y mira por dónde están relacionadas. Quizá algún día haga apología de ella.

viernes, 11 de marzo de 2011

To sex or not to sex

Las mentes son como los paracaídas: sólo sirven si están abiertos (Lord Thomas Robert Dewar, escritor británico).

Ya sé que dije que no iba a hacer apología del sexo, pero si me contradigo en tantas cosas, ¿por qué iba a ser ésta una excepción? Además, últimamente el blog está algo alicaído, y hay que animarlo. Y todos sabemos lo que anima el sexo.
Al menos a algunos.

Grosso modo, el sexo es a las relaciones lo que el dinero a la sociedad. Hay muchas otras cosas, claro, pero no dejan de ser lubricantes que engrasan el motor, y nunca mejor dicho.

La vivencia del sexo es tan diversa como variadas son las personas.
Es una actividad fisiológica y sin embargo se puede pasar sin ella, mientras que nadie puede pasar sin respirar. Por otro lado, la función hace al órgano, y de la misma manera que con la edad se atrofian los músculos si no se hace ejercicio, el sexo se adormece si no se practica. A la vez es una droga dura que puede provocar adicción. Por sí solo es capaz de mantener una relación imposible, y su falta o insatisfacción lleva al traste muchas relaciones por otro lado satisfactorias.

No tengo que convenceros de los beneficios de la práctica del sexo, pero si queréis refrendo científico, os diré que un estudio publicado hace tiempo en el British Medical Journal (BMJ 1997; 315(7123):1641-44) refleja que el índice de mortalidad es mucho menor, hasta un 50%, entre los hombres que practican sexo un mínimo de dos veces por semana.
Posteriormente, un estudio parecido se realizó en Estados Unidos, esta vez también con mujeres, donde se llegó a las mismas conclusiones en el caso de los hombres, mientras que en las mujeres se demostró que tener más sexo no alarga la vida, pero tenerlo más satisfactorio, sí.

Mientras sea entre adultos y con consentimiento, la práctica del sexo no tiene contraindicaciones y sólo en casos extremos puede ser perjudicial.
Además de mejorar la piel, el pelo, el humor, y todo eso que habéis comprobado en vuestras carnes, algunos de sus beneficios son:

- Reduce el estrés. Inmediatamente después del orgasmo se produce un estado de reposo muscular completo que permite que todo vuelva a su ser, igual que si se llevara a cabo una sesión de relajación. Es el mejor ansiolítico natural.

- Combate el dolor de cabeza. Durante el desarrollo del acto sexual se produce una vasoconstricción de los vasos sanguíneos de la cabeza, lo que permite que desaparezca el dolor. Como hace el café. Encima dicen que las personas que toman café practican el sexo con mayor frecuencia y lo disfrutan más que aquéllas que se abstienen de ingerirlo.
¡Ya no hay jaqueca de excusa que valga!

- Mejora la memoria. Durante el orgasmo se puede producir una pequeña pérdida de conciencia que dura tan sólo unos segundos, pero que supone un tiempo sumamente valioso para que la cabeza descanse y se recargue la capacidad de memoria. Lo que vendría a ser un reset, vamos.

- Combate el insomnio. Hacer el amor es diez veces más efectivo que tomar una pastilla para dormir ya que los cambios bioquímicos que tienen lugar durante el acto provocan somnolencia. Y viceversa, a veces la somnolencia sirve de afrodisíaco: después de una comida (no demasiado copiosa) aderezada con un buen vino, ¿a quién no le apetece?

- Mejora los estados depresivos y aumenta la autoestima. Mientras se mantienen relaciones se liberan endorfinas que contribuyen a que uno se sienta más animado y aumente su autoestima general.

Para poder disfrutar el sexo, creo que no son tan importantes ni la habilidad ni la experiencia. Ambas se adquieren. Soy de la opinión que lo importante es que vaya asociado a sentido del humor, desinhibición, un toque de transgresión, complicidad y sobretodo pasión, mucha pasión.

Mis orgasmos, a veces, son de un ardor y una vehemencia inconcebibles, inauditos y estremecedores, pero otras me producen una sensación fugaz, densa y estanca como un aperitivo ligero y refrescante que me permite estar a punto de nuevo (Virginia Wolf).

Ahora bien, para emociones fuertes, que te toquen, te rocen, te hagan sudar, sentir otro aliento a tu lado, adoptar nuevas posturas, llegar hasta el fondo empujando y todo ello acompañado por una variada música ambiental... lo mejor es viajar en autobús o metro en hora punta.

Ven a dormir conmigo. No haremos el amor, él nos hará (Julio Cortázar).

miércoles, 2 de marzo de 2011

He vuelto a hacerlo

¿Habrá alguien en el mundo que tropiece más veces en las mismas piedras que yo?

Creí que después de lo que pasó en el primer intento de viajar a Malta, al menos en el tema de la documentación, estaba ya vacunada de por vida. Pero está claro que soy resistente a las vacunas.
Así, ¿qué **ño de aprendizaje ni intuición voy a tener? Si no fijo las enseñanzas. Si no escarmiento. Si soy impermeable.

Hoy se ha ido mi hijo menor de convivencias a Carcassonne. Tiene 15 años, camino de 16, así que le dejé que se preparase su maleta y todo lo que se tenía a llevar, asegurándome únicamente que tuviese la ropa limpia, que no se llevase los harapos que suele vestir en casa (que pretendía) y que tuviese avituallamiento para el día de hoy. Me he levantado con él a las 6 de la mañana, para supervisarlo y para despedirme. No quería que le acompañase a la escuela, le daba vergüenza (normal, desde luego, no he insistido). Antes de salir, le he frito a preguntas y advertencias: que si llevas suficiente ropa de abrigo, que si llevas el cargador de la cámara, que si tendrás suficiente dinero, que no hagas el gamberro, que pásatelo bien pero pórtate bien...

A media mañana, cuando yo estaba trabajando y él en el autocar ya al otro lado de la frontera, me ha llamado: ¡NO LLEVABA NI EL PASAPORTE NI LA TARJETA SANITARIA!
¡No puede ser, otra vez no! ¿Qué trauma infantil o perversión oculta tengo que me hace pasar de la documentación? ¡No he pensado en ella en ningún momento!

En la reunión informativa que tuvimos con los profesores que van con ellos, nos avisaron que tenían que llevar o bien el pasaporte o bien el DNI junto a una autorización, un documento que hay que solicitar en la comisaría de policía, al ser menores. Yo me alegré de no tener que hacer este trámite, gracias a lo que pasó entonces con Malta, su pasaporte está en vigor. Lo mismo que la tarjeta sanitaria: En abril del año pasado se fue a París, para lo que tuve que tramitarle la tarjeta europea, que tiene validez un año, así que todavía servía.

Y todo se ha quedado en casa.

He hablado con uno de los profesores que van con ellos, y me ha dicho que 7 NIÑOS 7 están en la misma situación que Àlex. Qué queréis que os diga. A mí, lo del mal de muchos, no me consuela nada. La frontera la han pasado, ya veremos si no les ponen problemas en el albergue donde van a dormir, ni los lugares que tienen que visitar, confío en que no. O me lo deportan. Y confío que no necesite asistencia médica.

Lo mío no tiene remedio.

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