lunes, 31 de enero de 2011

3 pelis 3

Imposible ver todo el cine que una quisiera. Hay que elegir, lo que conlleva el riesgo de acertar, o no. No me puedo quejar del balance: de las tres últimas películas que he visto, me han gustado dos, y si cuento las cuatro últimas, tres. Tres de estas cuatro están nominadas a los premios más importantes de las academias americana y española de cine, lo que no quiere decir nada, porque no necesariamente coinciden con las que me han gustado:

La Red Social (The Social Network, David Fincher. USA 2010). Suma 8 candidaturas a los Oscar.
Como sabéis, la película narra descarnadamente el nacimiento de Facebook, la red social más importante en la actualidad (aunque me da, sin tener ni idea, que está siendo superada por Twitter, pero ésa es otra historia). El propósito superficial, simple, egocéntrico y vengativo que lleva a Mark Zurckerberg, magistralmente interpretado por Jesse Eisenberg, a la creación de la red, pasa sin escrúpulos por encima de los cadáveres que sean necesarios, sin importar herir sentimientos, hundir amigos o parecer miserable.
A pesar de no utilizar el facebook y de no interesarme lo más mínimo, la película me gustó, si dejamos al margen los primeros minutos de la película, que no se pueden seguir ni doblados, mucho menos en versión original, por la velocidad del diálogo y el lenguaje desconocido (al menos para mí) que casi te impulsan a salir del cine.
La película no deja títere con cabeza, y eso es lo que me mosquea. Con el poder y sobretodo el dinero que tiene Zurckerberg, ¿cómo ha permitido que la película salga a la luz? ¿Es realmente tan friki, inadaptado y analfabeto sentimental? La cinta no le hace ningún favor, como tampoco se lo hace a otros personajes que salen: Sean Parker, cofundador de Napster (red de intercambio de archivos de música) y luego socio de Zurckerberg, o los gemelos Winklevoss, paradigma de los pijos de Harvard, a quienes supuestamente robó la idea. El único que se salva, relativamente, es Eduardo Saverin, el amigo capitalista traicionado, por lo que ingenuamente me pregunto si la película no será una concesión a éste.

Por orden cronológico, la siguiente película que he visto es Tengo algo que deciros (Mine vaganti, Ferzan Ozpetek. Italia 2010).
Una película pequeña, que no opta a ningún premio, pero que me pareció deliciosa. Comedia dramática fresca, divertida, bien hecha y entretenida. ¿Qué más se puede pedir? Sobran algunas cosas, como los excesivos planos circulares o los flashback que no aportan nada, pero se le puede perdonar.
La trama sucede en una familia burguesa italiana convencional donde las haya, a pesar de las extravagancias de la tía o las transgresiones de la abuela, donde nadie está contento con su vida. En una importante cena en la que el patriarca reúne a todos los miembros para traspasar el mando de la empresa familiar, uno de los hijos decide comunicar que es gay, pero su hermano se le adelanta...
Además de humor, drama y tópicos, hay varios elementos frescos en esta película que airean el film. Uno es que los gays no son locas, al menos no la mayoría, como en la vida misma. Otro es la forma inteligente como se resuelve al final el conflicto, a mi parecer: No hay que arrasar con la verdad por encima de todo, innecesariamente.

La de la discordia, la que no me ha gustado, También la lluvia (Icíar Bollaín, España 2010). Trece nominaciones a los Goya, entre ellas a la mejor película, que para mí no merece. Sí que le daría el de mejor actor secundario a Karra Elejalde y el de mejor actor revelación a Juan Carlos Aduviri, que lo hacen francamente bien. Luis Tosar también está a su altura habitual.
La trama de la película es compleja: Nos situamos en el año 2000. Sebastián (Gael García Bernal) y Costa (Luis Tosar), director y productor respectivamente, se embarcan en la realización de una película sobre la colonización de América que pretende poner énfasis en los abusos cometidos sobre los indígenas, y junto con todo el equipo, se trasladan a Cochabamba para el rodaje. Allí se encuentran con la Guerra del Agua que sacudía Bolivia aquellos días, en contra de la privatización y la multinacional que intentaba multiplicar el precio del suministro. Los actores indígenas que contratan por dos duros y que se enfrentarán a Cristóbal Colón en la película, serán a la vez protagonistas en la revuelta del agua.
El ambicioso argumento pretende trazar un paralelismo entre los dos momentos históricos separados por 500 años, lo que no me parece mal, pero hacia la mitad de la película, sin mediar razón alguna, Bollaín intercambia personalidades de los personajes, introduce elementos sentimentaloides y pierde el rumbo trazado, con lo que el film se hace increíble, demagógico y manipulador.
Aunque después de leer varias críticas prefería ver cualquier otra peli, juro que no fui con prejuicios, y de hecho la primera parte me iba gustando, pero a partir de cierto momento, mi interés cayó en picado y empecé a revolverme nerviosa en el asiento, deseando que se acabase.

La cuarta peli que mejora mi porcentaje de éxitos es El discurso del rey, que ya comenté aquí. Acumula 12 nominaciones a los Oscar, además de mejor película, el de mejor actor principal y secundario. En mi opinión, el más merecido es este último.

miércoles, 19 de enero de 2011

Pastel de rizo americano

La foto que veis aquí, que parece del escaparate de una pastelería, no lo es. Son tartas y pasteles, sí, pero no comestibles: están hechos con toallas.
Se trata de Coses de casa, una tienda, como su nombre indica, de cosas del hogar, fundamentalmente ropa, que se encuentra en la plaza Sant Josep Oriol de Barcelona.
La tienda hace esquina y cuenta con dos aparadores. Uno de ellos lo denominan y así está rotulado, La Pastelería, y siempre está decorado como si lo fuera.
Es una de mis tiendas preferidas, entre otras tantas emblemáticas que hay por el casco antiguo de la ciudad, y que no me resisto a admirar cuando paseo por la zona.

Otra que no me pierdo nunca es la Ganiveteria Roca, en la contigua plaza del Pi, una antigua cuchillería que este año celebra nada menos que su centenario.
Su escaparate también despierta mi fascinación, por la variedad de tijeras, cuchillos, navajas, sables, alicates y demás objetos cortantes de todo tipo que se exponen, y que uno ni se imagina que existen. Y es que si no está aquí, es que no existe. Los objetos están expuestos como si de joyas se tratasen, y muchos realmente lo son. A mí me maravilla, como me maravillan las ferreterías, de las cuales también hay muchas con encanto en Barcelona. Todavía, afortunadamente.

Aparte de los monumentos y edificios singulares, lo que caracteriza a una ciudad y le imprime personalidad, son sus tiendas.
Tener un Paseo de Gracia con tiendas de Ives Saint Laurent, Christian Dior o Salvatore Ferragamo, puede dar mucho glamour, pero nada que no se pueda encontrar en la calle Serrano de Madrid, la Quinta Avenida de Nueva York o Bond Street en Londres. Ya ni hablo de los Zara, Women's Secret, Benetton, H&M, Massimo Dutti, Mango, CorteIngleses y demás, que nos han sumido en una uniformidad global que hace que toooooodas las zonas comerciales de toooooodas las ciudades parezcan calcadas.

Así que espero que esas preciosas y singulares tiendas de Ciutat Vella no se vean afectadas por la crisis ni las multinacionales y se mantengan ahí durante mucho tiempo.

Y ahora os dejo una de esas joyitas de animación que de vez en cuando me encuentro por ahí, que viene al pelo:

miércoles, 12 de enero de 2011

David y yo

En 1817 Stendhal, seudónimo del novelista francés Henri-Marie Beyle, visitó Florencia, admirando la belleza de estatuas, fachadas, cúpulas y frescos de las numerosas iglesias y galerías de arte que allí se encuentran. Al llegar a la Basílica de la Santa Cruz, sintió vértigo, palpitaciones y una sensación de ahogo que lo obligó a salir a tomar aire. Describió estas sensaciones en su libro de viajes Nápoles y Florencia: de Milán a Reggio:

Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de la Santa Croce, el corazón me latía con fuerza, eso que en Berlín llaman nervios; la vida se había agotado en mí, caminaba con miedo a derrumbarme.

En 1989, la psiquiatra italiana Graziella Magherini publicó un libro con los 106 casos registrados durante más de una década en el hospital Santa Maria Nuova de Florencia donde trabajaba, de turistas y viajeros en los que había observado los mismos síntomas que presentó el escritor, y lo denominó Síndrome de Stendhal.
El cuadro clínico varía en cada caso, pero generalmente se presenta con angustia, confusión, excitación, temblor, palpitaciones, sudoración, zumbido de oídos, e incluso alucinaciones, todo de aparición súbita.
Es un estado de ánimo transitorio, un arrebato que se da ante la contemplación de la belleza. Normalmente ocurre al observar obras de arte de notable belleza, en un espacio corto de tiempo y concentradas en un mismo lugar. Esto explicaría que Florencia, una ciudad que acumula tantas obras de arte renacentista, sea el lugar donde más casos se han observado.
Dicen que son especialmente susceptibles las personas con gran sensibilidad receptiva y ansia por contemplar la belleza artística, de ahí que se le conoce también como el mal del viajero romántico. Las personas afectadas por este síndrome, según Magherini, suelen ser turistas relativamente jóvenes, la mayoría mujeres que viajan solas y que proceden de ciudades tranquilas, con una vida ordenada, monótona y sin grandes estímulos artísticos.

Para Óscar Valtueña, médico e historiador del arte, tal síndrome no existe, ya que los síntomas que lo definen son vagos e inespecíficos, y no determinan una enfermedad.
A mí me da igual. Es posible que el apelativo de "síndrome" no sea afortunado, pero hay tantos así...
Llámesele como se quiera, que hay que nombrar las cosas para entendernos, pero existir, EXISTE. Doy fe, que lo sufrí en mis carnes, hace muuuuchos años, pero conservo vívido el recuerdo. Aunque entonces no supe qué me había pasado. Aunque no viajaba sola, era muy joven, mi vida era cualquier cosa menos monótona y no procedía de una ciudad tranquila y sin arte.

Fue en un viaje de fin de curso como profesora. Fuimos a Italia una semana, visitando Florencia, Venecia, Pisa, Siena y Verona. Tres días intensivos en Florencia visitando lo más destacado, lo que uno no se puede perder. Dejamos para el final el David de Miguel Ángel, por quien sentía devoción. Lo había visto muchas veces en dibujos, fotografías, reproducciones, y sabía cómo era. Pero tenerlo allí delante, tan majestuoso, tan grande (no me imaginaba el tamaño real), tan perfecto, tan suave, tan blanco (estaba recién limpito)... me puse a llorar como una Magdalena. Me dio un llanto irrefrenable, que me tuvo tres cuartos de hora sumida en lágrimas a la vez que no podía dejar de mirarlo, de dar vueltas a su alrededor, para cachondeo y estupor de todos los presentes.

Y eso que en realidad el David me parece que tiene algunas partes desproporcionadas, entre otras cosas, es cabezón.
Pero hasta en la gamuza de limpiarme las gafas lo tengo estampado.

sábado, 8 de enero de 2011

¡Que enfieste la pieza!

Primera entrada del año, con el que iniciamos también una nueva década.
Será que estoy contagiada con el virus de la crisis, pero me cuesta motivarme. Hace dos años, el sólo hecho de que los días son ya más largos al comienzo del año me alegraba, me hacía atisbar en el horizonte la primavera, a pesar de estar en pleno invierno.
Quienes me conocen saben que soy un alma inquieta. Aparento ser tranquila y serena, pero en mi interior necesito estímulo neuronal contínuo. Y estoy en encefalograma plano.
El motivo no lo sé, seguro que son muchos que se dan en conjunción o que se han ido acumulando, pero me preocupa.
No sólo no me motiva, ni siquiera me anima el vídeo que os dejo a continuación. La teoría me la sé.




Como digo, la teoría me la sé. Ya sé que todo esto es de manual de autoayuda, pero como veréis, necesito ideas.
De las 60 proposiciones que se hacen, he hecho dos listas, la primera, lo que no hace falta que me recuerden:

Ya me muestro.
Sigo mi instinto (y así me luce el pelo).
No me hago la víctima.
Hago lo que sé hacer.
Siento curiosidad por todo lo que me rodea.
No me aíslo, me reúno con los que quiero.
Bailo, me mimo y me enfrento a mis miedos.
Visito museos... de vez en cuando.
Tomo decisiones todos los días.
Hago el ejercicio que puedo y me gusta (bailo y camino).
No estoy enchufada a la tele y escucho música cuando puedo.
Me mantengo en contacto con la naturaleza... siempre que es posible.
¡Claro que puedo! A mí me lo vas a decir, nadie mejor que yo conoce mis posibilidades.
Creo que estoy equilibrada, duermo de p.m. y leo, aunque ahora pocos libros.
Cuido mis orquídeas.
Llego donde me propongo. No me planteo cosas irreales ni me comparo con nadie.
Procuro vivir cada momento y creo que me trato bien.
No sólo acepto que la vida tiene momentos buenos y malos, sino que saco jugo de todos ellos.
Creo en mí. Creo que soy amable... con quien quiero serlo.
Soy especial para mis hijos, y no se lo contradigo.
Soy honesta, conmigo y con los demás.
Dedico tiempo a divertirme.
La gente que me apoya y me enseña son mis amigos, y de vez en cuando les invito a un café... o una cerveza.
Sé perfectamente que el dinero no compra la felicidad, pero quita muchos males de cabeza que impiden ser feliz.
Ya doy la ropa que no necesito.
Sé quién soy y el valor que tengo, ni más ni menos que cualquiera, no me gusta la gente que se cree por encima del resto.
Aunque no lo quiera, formo parte de varios grupos, etiquetas, rebaños o tribus.
El amor en mi vida me lo proporcionan mis hijos, mi familia y mis amigos, y creo que los cuido.
Amo a la madre tierra más que algunos que se llaman ecologistas.
Soy perfeccionista, lo que hago intento que sea lo mejor posible.
No he perdido la esperanza, sé que a veces el mañana nos trae sorpresas.
Me encanta aprender.
Aprecio lo que tengo.
Cualquier ser humano es tan grande como puedo serlo yo, y creo en las personas... hasta que me demuestran lo contrario.
Estoy con mis amigos y mi familia.
Soy honesta conmigo misma, esto ya ha salido antes, pero si hay que serlo el doble, lo soy.

La segunda lista probablemente es la más interesante porque es lo que no hago o no me sé, representa un 20% del total:

Ama tu trabajo. Está difícil. Amo mi profesión, pero no puedo estar contenta en un lugar donde no comulgo con los objetivos y las prioridades. Y no hablo de la Sanidad en tiempos de crisis, que es otro cantar.
¿Qué es lo que hay que mirar desde una nueva perspectiva? ¿Cuál es la perspectiva correcta?
Para marcarse objetivos primero hay que tener ilusiones, deseos, sueños. Me los estoy pensando.
Acabar lo que uno ha empezado... De las cosas que más satisfacción da, lo sé por experiencia, pero cuesta tanto...
No sé por qué he dejado en esta lista la ayuda a los demás. Creo que hago lo que está en mi mano. Siempre se puede hacer más, pero se puede contar conmigo.
Sé que debería estar menos pendiente de las noticias, creo que me alegraría el humor y disminuiría mi pesimismo.
No pienso cada noche en las cosas buenas que me han sucedido, entre otras cosas porque no me da tiempo antes de dormirme.
Para dejar entrar las nuevas ideas hay que tenerlas. De momento, estoy seca.
Reconozco que a veces soy un poco obsesiva con los malos pensamientos... o con los pensamientos, en general.
Lo de centrarse en crear lo que uno desea... se trata de pasar a la acción cuando uno tiene un objetivo. Como he dicho, de momento no los tengo, por triste que sea.
No entiendo qué quiere decir encontrar un espacio común. ¿Común a quién? ¿O a qué?
No hago listas de agradecimientos. ¿Se debe hacer?

Naturalmente, esto ha sido un juego.
El lunes vuelve la normalidad a nuestras vidas, con permiso de las rebajas, así que...
¡Que enfieste la pieza!

LinkWithin

Blog Widget by LinkWithin