Esta semana pasada he estado en un curso de Patología Oncológica que se hace cada dos años por estas fechas en Barcelona, y al cual he asistido a casi todas sus ediciones desde que empezó.
El plato fuerte del curso se sirvió el primer día: el Dr. Chan, un patólogo chino que ejerce en Hong Kong, experto en patología de los ganglios linfáticos, y que no defraudó. Fue claro y sistemático.
El segundo plato fue un brasileño, el Dr. Nascimento, experto en tumores de partes blandas que ejerce en la clínica Mayo y que actuó el segundo día, estuvo bien, sin llegar a la excelencia del Dr. Chan.
El tercer día y los huecos de los otros dos, fueron cubiertos por distintos especialistas del país, en su mayoría hombres.
Y a esto es a lo que me quiero referir.
Echando un rápido vistazo a la audiencia del curso, se podía comprobar fácilmente que en su mayoría éramos mujeres.
Desde hace ya muchos años, en las facultades de medicina hay un claro predominio de mujeres estudiantes, hasta el punto que en algunos cursos representan casi un 80% del alumnado.
No voy a entrar en los motivos, que sería objeto de otro post.
Después de la carrera de medicina, hay que hacer una especialidad. Aún hay algunas en las que predominan los hombres, como traumatología o urología, pero en el resto hay una amplia mayoría de mujeres, sobretodo en las especialidades de laboratorio, como la mía, Anatomía Patológica.
Sin embargo, los cargos siguen ocupados por hombres: jefes de servicio, presidentes de clubes, sociedades y academias. Son pues los que organizan los cursos y congresos, y los que invitan a participar a otros patólogos, que suelen ser siempre los mismos, en su mayoría hombres.
He hecho un cálculo rápido de este curso: Han sido 3 días, de 9 a 19 h. Descontando los coffee-breaks y el almuerzo, se han impartido 22 horas y media. Han participado 15 hombres y 3 mujeres. Una patóloga por cada cinco patólogos, es decir, un 20%. Pero si lo calculamos en tiempo de participación, las patólogas únicamente han expuesto 1,66 horas, es decir, un 7,4%.
No digo yo que los patólogos no sean buenos, pero no siempre son los mejores, y creo que hay que dar oportunidad a las nuevas generaciones, y por tanto a las mujeres.
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