martes, 11 de noviembre de 2008

Razones de peso

Una buena parte de la humanidad se pasa media vida haciendo dieta (otra gran parte no tiene qué comer).

Hasta hace poco, supongo que derivado de los años de miserias y privaciones, el estar entrado en quilos se consideraba sinónimo de salud.
Hasta el punto de que abuelas y tías, sobretodo, si habías perdido peso, nada más verte te decían: estás desmejorada, y se preocupaban. Y al contrario, se alegraban si añadías panículo adiposo a tu anatomía (¡Qué hermosa estás!), como si te hubieran de sacrificar para San Martín.
Hoy en día sabemos que tener quilos sobrantes no significa estar más sano, sino más bien al contrario. Esto lleva a veces a situaciones obsesivas para mantener el índice de masa corporal adecuado.
El peso se convierte en el enemigo a abatir, o por lo menos a controlar.
Es verdad que los tiempos no ayudan, la sociedad de las prisas y los alimentos industrializados llevan en muchos casos a alimentarse mal. Existen movimientos en pro de comer sana y adecuadamente, como la slow food, en contra de la fast food.

Dicho esto, no voy a entrar en disquisiciones de si comemos bien o mal, ni si unos quilos de más favorecen o nos restan atractivo.
Ante un amigo o conocido que ha ganado peso, nos guardamos mucho de comentárselo, es de mal gusto, se considera políticamente incorrecto y sienta mal.
En cambio, cualquiera se anima a hacer comentarios en sentido contrario: Estás muy delgada... ¿Tienes algún problema? Estás en los huesos... ¿No tendrás anorexia? Aunque estés como en los últimos diez o veinte años, esperan que el tiempo te redondee las aristas.
Algunas enfermedades, es cierto, aceleran el metabolismo y son consumidoras de energía, además de disminuir el apetito. Pero es posible estar sano y delgado.

Mucha gente piensa que la tendencia natural es a engordar, y los que no lo hacemos, somos considerados bichos raros.
Mantener el peso, salvo en contadas ocasiones en las que existe patología, es una cuestión de equilibrio entre las calorías que se ingieren y las que se gastan. Y no hay más secreto.
Para perder peso, hay que ingerir menos calorías de las que se gastan (dieta hipocalórica) y/o gastar más de las que se ingieren (ejercicio), y para ganarlo, ingerir más de lo que se gasta (dieta hipercalórica). En este último caso, además, el ejercicio puede ayudar, puesto que al aumentar el gasto, aumenta el apetito y es más fácil aumentar las calorías. Aunque parezca mentira, puede ser mucho más difícil engordar que adelgazar.

Además del apetito, existen otros factores que hacen ingerir más o menos calorías, como la ansiedad, las preocupaciones, el nerviosismo. En algunas personas causa bulimia, es decir, ingesta excesiva, pero en otras, al contrario, les instala un nudo en el estómago que no permite el paso casi ni del aire.
Suele coincidir que las personas que tienen tendencia a engordar, además de que les suele gustar mucho comer y disfrutan con ello, estos factores les incitan a comer, y viceversa, a las personas de constitución delgada les quitan el apetito.

Siempre llueve sobre mojado.

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