Hacienda somos tontos

Por fin he hecho la declaración de la renta.
Como supongo que a todo el mundo (quizá a los que les devuelven una pasta, no), me da una pereza indescriptible.
El papeleo siempre me ha superado, y no soy especialmente ordenada en eso. Recopilo toda la información el día de antes, naturalmente siempre me dejo algo, y acudo a un amigo (ducho en el tema por su profesión) para que me ayude. Debo decir que, por primera vez en muchos años, no me he perdido al ir a su casa, lo que aumentaba mi ansiedad al pasarme media hora dando vueltas por la montaña.
Una vez acabada la declaración, respiro tranquila, como el estudiante que entrega el trabajo que ha dejado para hacer en el último momento. Da igual como haya salido (hombre, si sale negativa, mejor). Hasta el año que viene, porque yo no escarmiento, y cada año me pilla el toro.

Al final, no ha resultado tan mal. Me sale positiva, pero no tengo que pagar mucho. Al acabar,
casi cada año, mi amigo me pide un favor relacionado con mi profesión, y yo se lo brindo con la máxima celeridad posible y sin pedirle nada a cambio. Me da las gracias, y me cobra la voluntad, que casi siempre determina él.
No es que no pague contenta, para mí cualquiera que sea capaz de hacer la declaración de la renta es un semidiós, pero no sería, en justa correspondencia, un detalle por su parte no cobrarme? O hacer como algunos abogados, que si cobras, cobran, y si no no.

El caso es que hasta el año que viene... PRUEBA SUPERADA!