lunes, 27 de diciembre de 2010

Alguien con quien hablar

No lo he leído todavía, pero es mi próximo objetivo: Alguien con quien hablar, de Ángel Gabilondo, filósofo y catedrático de Metafísica, y desde abril de 2009, ministro de Educación.
Amante como soy de la palabra y la conversación, creo que expresa infinitamente mejor que lo podría hacer yo lo que pienso al respecto, al menos en algunos párrafos que he leído. Las palabras, según Gabilondo, son el modo que tenemos de acercarnos a los demás, de aprender, de conocernos. Además de invitar a liberar las palabras silenciadas por el miedo a enfrentarnos con nosotros mismos o con las realidades de la vida, invita a buscar el calor en las relaciones humanas a través de la palabra cercana y del afecto. Vivimos buscando y reivindicando la caricia y la cercanía, y el autor propone reconocer la dignidad de los afectos, reivindicar concepto en las emociones.
Algunos párrafos para reconciliarse con uno mismo:

«Bien es sabido que convivir no es fácil, ni siquiera con uno mismo. La singularidad es tan irrepetible que, en ocasiones, resulta excesiva. Nada es más exigente que encontrarse diariamente con que uno ha de soportarse. (...) Estamos poblados también de frustraciones y de culpa. Y no exclusivamente por las cosas hechas mal, sino por tantas otras desatendidas, no cumplidas, olvidadas, descuidadas. Una vida es una ingente cantidad de tareas sin realizar, de vidas no vividas. No es que hayamos de incidir en remordimientos, ya se ocupan ellos de efectuar su labor, aunque el mayor de los pesares suele obedecer, en última instancia, a lo no hecho, por indecisión, por torpeza, por vagancia o, incluso sencillamente, por esa dejadez tan activa que nos impulsa a vernos acunados por los acontecimientos, adormilados por lo que nos pasa.

No son sin embargo las tareas no efectuadas o mal hechas las que conforman el temblor de nuestro corazón. Los otros, el otro, éste o aquélla, el afecto no dado, no acogido, el daño ocasionado, la respuesta tibia, insuficiente, o negada, el desamparo provocado, la desatención, cuando no simplemente el descuido, forman parte de aquello con lo que tenemos que vivir y que ya nos constituye. (...) Hemos de saber que quizá lamentaremos no haber estado a la altura de las circunstancias, en definitiva no haber sabido querer y, ni siquiera, querernos. (...) Abrazar nuestras carencias no es cómodo. No hacerlo es suicida.

No es cuestión de resignarse, ni de castigarse permanentemente de modo cada vez más sofisticado, ni de compadecerse de sí mismo, como si uno fuera la principal víctima de la injusticia del mundo. Y, menos aún, de dejarse gobernar por los propios estados de ánimo, ni de que los trabajos nos dominen y las relaciones nos agobien. Quien no se quiere es peligroso. Quien se gusta demasiado también. Éste es el desafío: quererse sin, tal vez, gustarse. De lo contrario seremos, simplemente, poco soportables. Sobreponernos a nuestra, a veces, insidiosa compañía es también trabajar y soñar por encima de nuestra realidad, resucitar cada día y liberarnos de la resistencia a abrazarnos también a nosotros mismos. Y recrearnos para sobrevivirnos gozosos en cada ocasión».

Alguien con quien hablar fue publicado en 2007 por la editorial Aguilar. Posteriormente, en 2009, la misma editorial publicó Contigo, donde Gabilondo reflexiona sobre la memoria, el olvido, la palabra y la compañía. Este año Seix Barral ha publicado Palabras a mano, en el que anima a vivir sin grandilocuencia, serena y reflexivamente.
Empezaré con Alguien con quien hablar, y ya veremos hasta dónde llego, porque con el ritmo de lectura que me gasto últimamente, es capaz de publicar varios libros más mientras tanto.

4 comentarios:

ISA dijo...

No se que me pasa a mi con los filósofos desde hace tiempo: como no sean los clásicos, los conteporáneos me parecen de libros de autoayuda de más calidad que otros.
Casi que prefireron las disertaciones de un novelista/o de gran calidad.
(un poquito rara si que soy)

maikix dijo...

No te quito razón, Isa, y no me pareces rara. Si buscase filosofía, creo que también iría a buscar a los clásicos. Pero en los tiempos que corren, en los que se dicen tantas tonterías, me rindo ante cualquiera que hable con sentido común. Como tú dices, puede ser un novelista (de calidad).
Besos.

PATSY SCOTT dijo...

En estos días he leído bastante - y me han encantado dos libros (uno de cuentos largos y otra novela): Tierra desacostumbrada de J.Lahiri y Chalcot Crescent (nombre de una calle) de Fay Weldon. Ambos están traducidos al español y son fantásticos.
A mí me pasa un poco como a Isa, me da un poco de pereza leer a los filósofos contemporáneos, pero estos párrafos que has puesto me han hecho pensar en lo insoportable que me estoy volviendo - Besos.

maikix dijo...

Yo ya llevo diciéndolo hace tiempo, Patsy, con lo que me gustaría ser una viejita encantadora... ¡y voy a ser una bruja insoportable y cascarrabias!

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