martes, 19 de agosto de 2008

Conversación


Lo que más me gusta en el mundo es conversar. Si puede ser ante una mesa con buena comida y buen vino, y en compañía de alguien querido, mucho mejor. Tiene todos los elementos que me llenan y hacen sentir bien.

Conversar es intercambiar información, una información que llega no sólo desde las palabras, sino también desde los gestos, las miradas, la entonación, el entorno, las vibraciones, el anticipo, lo que se calla, lo que se imagina, lo que se supone, lo que se conoce, lo que se interpreta...

Aunque conversar parece fácil, ni mucho menos lo es. Requiere actividad (mental) de los participantes: escuchar (no sólo oir), procesar, empatizar, comprender, y rebuscar en la mochila de conocimientos, experiencias y razonamientos, para aportarlos. No vale con proferir palabras enlazadas acompañadas de sonrisas, cariños o aspavientos.

Tampoco se trata de discursear, monologar ni vomitar una información o un manifiesto, mientras el interlocutor no tiene nada que decir, y calla y escucha (o no), o no calla para asentir o disentir sin argumentos.

Para conversar se necesita entender. Comunicar es cifrar información mediante un código que, conocido por el receptor o destinatario del mensaje, es utilizado para descifrarlo. De entrada ambos (emisor y receptor), deben compartir o por lo menos conocer el código. Pero la comprensión implica algo más que la descodificación de una señal lingüística.

La lengua es ambigua, ya que muchas de sus expresiones tienen más de una acepción. Ya no digamos cuando se utiliza la ironía o la metáfora, por ejemplo.

Además, las palabras se profieren con una intención: pretenden desencadenar una respuesta, tienen un significado para el que las emite, que no tiene porqué ser el mismo para quien las recibe. Se supone que la conversación tiene que ser más fácil cuando los conversantes conocen su biografía.

En la conversación el enriquecimiento debe ser mutuo, los participantes aportan opiniones que hacen avanzar aquélla para crecer ambos. Me gusta compartir lo que sé, pero también me gusta que me enseñen, aprender del conocimiento de los demás. La conversación proporciona, además, intimidad con ellos.

Si no es así, la conversación es una mera charla, un hablar por no callar, llenar el tiempo con palabras, que ya está bien a veces, pero que no es a lo que me estoy refiriendo. La Conversación de verdad te tiene que dejar saciado, con el regusto de sentirte un poco más sabio y más cerca de los que han participado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

avui sí, estava rondant prop de l'ordinador i m'he decidit a encendre'l. No puc estar molta estona, he fet un cop d'ull ràpid dels posts, perquè em reclamen per fer un pastís de xocolata(?¿?). Aviam si després em passo i puc escriure un comentari decent. Un petonàs, t'estimo. Pol

maikix dijo...

Gràcies per la visita, Pol.
Ja ens faràs un pastís de xocolata, si n'aprens. Jo també t'estimo. Petó.

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