lunes, 11 de agosto de 2008

Violencia


Estoy espeluznada con los casos de violencia (no sé cómo llamarlos, si doméstica, machista, sexista, de género, o simplemente, cavernícola) que se dan a conocer diariamente en los medios, porque me hace pensar que hay muchísimos más, que no salen a la luz.

El último que he sabido no se ha destacado porque la víctima haya fallecido, como tristemente viene ocurriendo, sino porque alguien que se metió en medio, alguien que quiso evitar un fatal desenlace, se encuentra él mismo debatiéndose entre la vida y la muerte.

Me recuerda el caso de la inmigrante agredida en el metro que fue captado por una cámara que también captó a un pobre chaval que tuvo la mala suerte de ir en el mismo vagón, y que no hizo nada por ayudar a la chica. Después hubo quien le recriminó su pasividad.

En este caso, fue al contrario. El hombre que salió en defensa de la chica agredida, coherente con las enseñanzas que intentaba inculcarle a su hijo, con el que iba, recibió una paliza del energúmeno, a quien pegar a su pareja no le había resuelto su exceso de testosterona y se lió a mamporrazos con él. Ahora se encuentra en coma, al parecer agravado por el hecho de que en tres hospitales a los que acudió de urgencias no hicieron caso de los fuertes golpes que había recibido en la cabeza.

De un mismo suceso, se desprenden varias deficiencias:

En primer lugar, el hecho en sí de la agresión sufrida por una mujer a manos de su pareja. No hace falta decir lo execrable de estas acciones y la repugnancia que me provocan. Las leyes siguen sin estar a la altura, pero el cumplimiento de las que hay, menos todavía.

En segundo lugar, la valentía de ayudar al prójimo es admirable, pero demasiado cara si se tiene que pagar con la vida. Casi siempre el defensor sale escaldado y ante la ley está más desprotegido que el agresor.
En tercer lugar, el no haber prestado atención a los golpes en la cabeza y no realizar pruebas de imagen dirigidas, seguramente acabará con denuncia a los hospitales. Quizá se podría aducir que estamos en verano, que falta personal... pero lamentablemente, casos de éstos se producen a veces (pocas, vaya en su descargo) también en invierno.
Por último, el agresor está libre (sólo debe presentarse en el juzgado cada quince días), y la agredida no sólo no ha presentado denuncia (miedo a las represalias, quizá?) sino que ni siquiera ha dado las gracias a su defensor.


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