sábado, 18 de diciembre de 2010

Navidad... uf!

Aunque parezca mentira (cada año me pilla por sorpresa), y aunque sea un topicazo, estamos prácticamente en Navidad y la previa, es la semana de los ágapes navideños de empresa, de amigos, de clase... cualquier excusa es buena para montar una comida o una cena entre la gente que comparte alguna actividad. Que digo yo... ¿por qué? ¿Quién ha creado esa necesidad? La gente que quiere quedar, que quiere verse, que quiere reunirse y charlar, comentar cómo va la vida... ya lo hace durante el resto del año sin necesidad de excusas. Sin necesidad de pagar los precios de los menús navideños, ni tener que reservar casi en verano, como la lotería, sin tener que ir disfrazado...
Para mí la Navidad es la excusa para ver a familiares que sólo veo casi en estas fechas u otras celebraciones tipo bodas, bautizos, comuniones y demás. Pero con la gente del trabajo... a duras penas aguanto a algunas personas por obligación, ¡como para aguantarlas fuera, en mi tiempo libre!

De las diversas cenas de empresa que tenía (es lo que tiene el pluriempleo), decidí que sólo iría a una, porque era gratis (es tan triste la realidad) y porque se celebraba el 60º aniversario desde su fundación. Fue el jueves, en un gran hotel de Barcelona, y asistimos gran parte de los 250 médicos con los que cuenta la empresa, y un montón más de empleados de enfermería, administración, técnicos, etc.

Como hace más de 11 años que trabajo en ella, tuve la oportunidad de asistir también a la del 50º aniversario, y debo decir, no sé si porque el número era más redondo, o por la crisis actual, o porque entonces yo tenía mucha más vitalidad e ilusión, que aquélla fue más divertida. El maestro de ceremonias era el mismo, un médico que tiene vocación de showman y es el hombre de confianza del fundador para estos menesteres. Iba vestido con frac, se disfrazó de papá Noel, e hizo un monólogo muy divertido, si no fuera porque lo hizo pasar por suyo, cuando en realidad es de Arturo Pérez Reverte, la tesis sobre la palabra "cojones".

La cena estaba organizada como un banquete de bodas, cada uno teníamos nuestro lugar asignado. Junto a mi mesa estaba la presidencial, con el fundador, de 84 años, y su mujer, además de los grandes dinosaurios de la empresa. En total esa mesa rondaba los 1000 años.

En medio de la cena, a uno de ellos le dio una lipotimia y cayó al suelo. A pesar de haber más de doscientos médicos en la sala, el médico en cuestión no se recuperó, y hubo que llamar al 061 para que se lo llevasen a un hospital.
Quedó patente que los médicos en realidad no servimos para nada, sin nuestros aparatos, máquinas, y fuera de nuestro medio natural. Los radiólogos: sin poder hacer una placa... yo: como no le haga una biopsia o espero a hacerle la autopsia... otorrinos, digestólogos, traumatólogos, dermatólogos, cirujanos, ginecólogos: ni caso... los anestesistas, cardiólogos, internistas: sin fonendo, electrocardiógrafo, tensiómetro...
En fin, todo bastante patético. No me quedé al baile.

7 comentarios:

ISA dijo...

jajajaja, me parto, aunque desearia saber si el de la lipotimia se recuperó, pobrecito. Hombre, no tengo mucha fe en los médicos pero me parece exagerada tu idea de que no sirven para nada. Toco madera pero a mi me curan siempre. Quiero decir, me siento mal, aguanto el tipo porque tengo aguante, voy al médico por presiones familiares y vualà¡¡¡, no tengo nada, todo normal.

maikix dijo...

Pues la verdad es que no sé si se recuperó, quiero pensar que sí.

Me alegro de que a ti te curen siempre los médicos, aunque sea como elemento disuasorio, ¡¡¡jajajajaja!!!

Confieso que soy como esas familias que se despellejan entre sí, pero como alguien de fuera se meta con uno de sus miembros... lo despellejan a él.

Besos

Víctor González dijo...

Yo también me parto como Isa, Maikix.
– ¡Ayuda, por favor, necesito un médico! Me está dando algo. Debe de ser el último gin-tonic. No sé. No debí tomar ese tercero. Ya se sabe que los gin-tonics son como las tetas (uno es poco y más de dos demasiados). Pero, ¿es que no hay un puto médico en la sala, cojones! ¡Por favor! ¡Auxilio, me estoy muriendo! ¿Es que tengo que fallecer aquí, delante de todos ustedes expertos en asistencia médica, y lejos de mi familia ¿Qué demonios pasa? ¿No hay nadie que pueda ayudarme? ¡Socorro, socorro, socorro!
Socorro es mi madre, Maikix. Se llama así. He estado con ella hoy. Y para acabar de arreglarlo mi padre se llama "Custodio", como el de "Custo Barcelona" pero en serio: Custodio. Tal vez por eso siempre me he sentido muy protegido por el destino... En fin. En cualquier caso entiendo tu angustia. Las comidas y festejos navideños son sencillamente insufribles. Todos estamos en ello estos días.
Un abrazo,

maikix dijo...

Jajajajaja... Víctor, a ti te tenían que haber llamado Ángel, o Rafael, Lázaro o Jesús. A mí me tenían que haber llamado Cándida.
Aún no hemos llegado y ya quiero que pasen las fiestas, ¡qué suplicio!
Un beso.

ISA dijo...

¡yo no me voy a meter con los médicos!, que son necesarios y, últimamente,me han dejado unos dientes (superiores) preciosos, jejeje, aunque me he gastado casi el sueldo de un año, ayssssssssssssssssssss.
Pienso lo mismo: soy la primera que arremete contra los funcionarios, pero que nadie diga o escriba nada en contra porque salto cual resorte.
En USA, al menos cuando estaba yo por ahí, las profesiones más valoradas eran médicos y abogados, aunque en contra del sistema médico norteamericano si que podria decir alguna lindeza.

En cuanto a las Navidades....uffff, es un daño colateral anual, así que hay que tomarselo con filosofía. Para mi es el momento de encontrarme con mis 4 hijos, que al vivir dos fuera de Madrid no se puede con la frecuencia que yo quisiera, así que fijo en eso.

PATSY SCOTT dijo...

jajaja, parece la escena de una película. Menos mal que no te quedaste al baile - con esas edades, igual palmaba otro.

Hoy retomo lectura/y (hopefully)escritura de blogs. Voy comentando de abajo-arriba.

maikix dijo...

Patsy, ¡cómo me alegro!
Se te echa de menos por estos lares.

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