Una de las ventajas que tiene mi especialidad, la Patología o Anatomía Patológica (ventaja para mí, que todo es opinable), es que no tengo contacto con los enfermos, nada más que con sus órganos y tejidos.
Yo doy el veredicto sobre su proceso patológico, pero no soy quien se lo comunica al paciente. Informo al médico y es éste quien da el diagnóstico al interesado.
Siempre me ha llamado la atención que en las películas (americanas), el médico soltaba a bocajarro el diagnóstico al paciente, así, sin anestesia ni nada: Tiene usted un cáncer de laringe y le quedan dos meses de vida.
Y la entereza de los pacientes, aguantando el chaparrón y ocultándolo a las familias, sufriendo en silencio. Me preguntaba si eso sería cierto en la vida real.
Me chocaba mucho porque precisamente aquí pasaba lo contrario. Aquí el diagnóstico se comunicaba a la familia, y ésta decidía si se lo decía ella misma o el médico, al paciente. Ellos decidían si el enfermo tenía capacidad de asumirlo, si la entereza suficiente de aceptarlo, si las fuerzas necesarias para sobrellevarlo. Y eran ellos los que lloraban en silencio ocultando su pena al familiar enfermo, a quien se engañaba diciendo: Tienes el hígado inflamado, cuando apenas le quedaba hígado sano entre las metástasis de un cáncer gástrico.
Hace unos días estuvo ingresado en el hospital donde trabajo un enfermo gitano que tenía un tumor cerebral, no de los peores.
Cuando ingresa un paciente gitano, todo el clan lo acompaña mientras dura su internamiento, ya sea en la sala de hospitalización, en la UCI, en quirófano, o donde sea, con el consiguiente engorro para el hospital y su personal.
Éste estaba en la UCI, y toda la familia en la puerta esperando el resultado de la biopsia. Resultado que nuestro departamento comunicó al neurocirujano en este caso, y éste a la familia.
El patriarca del clan, al conocer el diagnóstico, cogió al neurocirujano por banda y le espetó: Como le digas a fulanito (el paciente) que tiene un tumor, ¡te vamos a esperar en la calle y te vamos a arrancar los huevos! Le dices que tiene un esguince, un esguince grave en el cerebro.
¡¡¡...!!!
Aparte de la anécdota, que me hizo recordar el chiste del esguince y el desgarro, quería referirme al derecho del paciente a conocer su enfermedad.
Hoy en día es más frecuente que el médico le diga la verdad a su paciente, y/o que éste se la exija. Hay más gente informada y que reclama información. Pero aún hay gente que no quiere saber, que prefiere vivir engañado. Y familias que se creen con derecho a administrar la información que pertenece al enfermo.
Pienso que el enfermo debe conocer su enfermedad y el alcance de ésta, las repercusiones sobre su vida normal, sobre su familia y su trabajo. Tiene el derecho de saber si le queda mucho tiempo de vida y con qué calidad, para poder organizarse y arreglar sus asuntos.
Dicho esto, también creo que la información hay que saber darla.
Hace un tiempo, al marido médico de una amiga, le diagnosticaron un cáncer de piel muy agresivo que volvía a crecer una y otra vez tras múltiples exéresis, en el mismo sitio y a distancia. Tras optar por la radioterapia, al ver que volvió a aparecer el tumor, el radioterapeuta le dijo en sus narices y las de mi amiga: Ve arreglando papeles.
Cuando me lo contó no daba crédito, porque aunque fuera verdad que le quedaba poco tiempo (de hecho murió a los pocos meses), me pareció una forma cruel de anunciarlo.
Todos desarrollamos una costra que nos protege y nos insensibiliza tras años de lidiar con el dolor, pero creo que la empatía no se debe perder nunca. También se desarrollan habilidades para comunicar los hechos de una manera clara y llana, dramatizando lo justo y necesario.
Yo doy el veredicto sobre su proceso patológico, pero no soy quien se lo comunica al paciente. Informo al médico y es éste quien da el diagnóstico al interesado.
Siempre me ha llamado la atención que en las películas (americanas), el médico soltaba a bocajarro el diagnóstico al paciente, así, sin anestesia ni nada: Tiene usted un cáncer de laringe y le quedan dos meses de vida.
Y la entereza de los pacientes, aguantando el chaparrón y ocultándolo a las familias, sufriendo en silencio. Me preguntaba si eso sería cierto en la vida real.
Me chocaba mucho porque precisamente aquí pasaba lo contrario. Aquí el diagnóstico se comunicaba a la familia, y ésta decidía si se lo decía ella misma o el médico, al paciente. Ellos decidían si el enfermo tenía capacidad de asumirlo, si la entereza suficiente de aceptarlo, si las fuerzas necesarias para sobrellevarlo. Y eran ellos los que lloraban en silencio ocultando su pena al familiar enfermo, a quien se engañaba diciendo: Tienes el hígado inflamado, cuando apenas le quedaba hígado sano entre las metástasis de un cáncer gástrico.
Hace unos días estuvo ingresado en el hospital donde trabajo un enfermo gitano que tenía un tumor cerebral, no de los peores.
Cuando ingresa un paciente gitano, todo el clan lo acompaña mientras dura su internamiento, ya sea en la sala de hospitalización, en la UCI, en quirófano, o donde sea, con el consiguiente engorro para el hospital y su personal.
Éste estaba en la UCI, y toda la familia en la puerta esperando el resultado de la biopsia. Resultado que nuestro departamento comunicó al neurocirujano en este caso, y éste a la familia.
El patriarca del clan, al conocer el diagnóstico, cogió al neurocirujano por banda y le espetó: Como le digas a fulanito (el paciente) que tiene un tumor, ¡te vamos a esperar en la calle y te vamos a arrancar los huevos! Le dices que tiene un esguince, un esguince grave en el cerebro.
¡¡¡...!!!
Aparte de la anécdota, que me hizo recordar el chiste del esguince y el desgarro, quería referirme al derecho del paciente a conocer su enfermedad.
Hoy en día es más frecuente que el médico le diga la verdad a su paciente, y/o que éste se la exija. Hay más gente informada y que reclama información. Pero aún hay gente que no quiere saber, que prefiere vivir engañado. Y familias que se creen con derecho a administrar la información que pertenece al enfermo.
Pienso que el enfermo debe conocer su enfermedad y el alcance de ésta, las repercusiones sobre su vida normal, sobre su familia y su trabajo. Tiene el derecho de saber si le queda mucho tiempo de vida y con qué calidad, para poder organizarse y arreglar sus asuntos.
Dicho esto, también creo que la información hay que saber darla.
Hace un tiempo, al marido médico de una amiga, le diagnosticaron un cáncer de piel muy agresivo que volvía a crecer una y otra vez tras múltiples exéresis, en el mismo sitio y a distancia. Tras optar por la radioterapia, al ver que volvió a aparecer el tumor, el radioterapeuta le dijo en sus narices y las de mi amiga: Ve arreglando papeles.
Cuando me lo contó no daba crédito, porque aunque fuera verdad que le quedaba poco tiempo (de hecho murió a los pocos meses), me pareció una forma cruel de anunciarlo.
Todos desarrollamos una costra que nos protege y nos insensibiliza tras años de lidiar con el dolor, pero creo que la empatía no se debe perder nunca. También se desarrollan habilidades para comunicar los hechos de una manera clara y llana, dramatizando lo justo y necesario.
20 comentarios:
Estoy totalmente de acuerdo en que el paciente siempre tiene que conocer su enfermedad, nadie debe ocultárselo y al mismo tiempo también pienso que el paciente es el que tiene que decidir si quiere someterse a determinados tratamientos o no...
¡Ay Maica, que alegría! Empezaba a preocuparme tu silencio.Luego pensé que estarías viendo todos los estrenos. O bailando como una descocada. Ya contarás.
Welcome back a tu propio blog.:-)(voy aprendiendo, pero ¡ay lo que me cuestan los jodidos emoticones!)
Yo opino que debe ser siempre el paciente quien sea informado. Claro que es verdad que hay gente que no se quiere enterar.
A lo mejor es que tengo un "esguince" cerebral, pero no me entra en la cabeza que te puedan ocultar lo que te pasa, especialmente cuando es grave. Tampoco me parece lógico que sea la familia y no el enfermo quien decida qué tratamientos acepta (excepto en casos de incapacidad, obvio).
Fíjate que yo creo que el caso de tu amiga podría ser porque era "entre médicos" (y equivocadamente pensó que tenía que ser muy directo), creo que los médicos en general,demuestran bastante empatía y tacto - especialmente cuando el cuadro reviste gravedad (¿se dice así?).
Besos.
Maikix, por primera vez leo de corrido y sin demasiada atención un post tuyo. Aún me queda un 80% de hipocondríaca del 150% que llegué a ser. Oir hablar de enfermedades y empiezo a tener síntomas... así que no lo quiero leer bien, que me los aplico enseguida :))))
Un beso y bientornada, que te echábamos de menos.
Calamarin, lo de decidir aceptar el tratamiento por parte del paciente creo que se hace siempre, pero es muy importante que éste sea informado de las posibilidades terapéuticas y de sus efectos secundarios, de la misma forma que de las consecuencias de no someterse a tratamiento.
Un abrazo.
Patsy!!! Aquí estoy, viendo todos los estrenos, bailando como una loca (que me roba el poco tiempo que me queda), y trabajando más de lo que quiero.
Creo que a veces se "dora la píldora", cosa que no está mal si no se tergiversa la información.
Conozco algunos médicos muy brutos dando las noticias, y otros que hablan de "verrugas" en lugar de decir cáncer.
Off topic, creo que a finales de noviembre iré a un curso a Madrid. Ya te diré.
Un beso.
(Y te salen muy bien los emoticonos)
o_~
Jajajajaja.... Candela, ¿tú, hipocondríaca? Me sorprendes.
En realidad no hablo de enfermedades, sino del derecho a la información sobre ellas.
(Ya he leído el pollo que has montado con el "tabaco sí, tabaco no"!!!)
Besos
Yo si estuviera en esa situación, si que me gustaría saber la verdad.
Oyeee... pue s mi cuñada tiene la misma especialidad que tu... (y me cuenta cada cosa: la primera vez que me dijo "tallar una pieza", me sonaba a arte..jeje ¡ya ves tu!!)
Un besote!!
Hola, Alma!
Pues es posible que conozca a tu cuñada, porque este mundillo es pequeño, y nos encontramos casi todos en los cursos y congresos.
La anatomía patológica ES verdaderamente un arte, basado en unos cuantos conocimientos: hay que "interpretar" lo que ves, ya que las células no muestran ningún letrero diciendo si son buenas o malas!!! ;-)
jajaja maikix, ¿te sorprende que haya una hipocondríaca fumadora o es por otra cosa?
Poco a poco me lo he ido quitando. La hipocondria crea ansiedad y la ansiedad me da ganas de fumar. Quizás cuando deje de ser del todo hipocondriaca podré dejar de fumar jejejeje
Candela, no te lo creerás, pero hay estudios (serios) que demuestran que el tabaco protege contra el Parkinson. Claro, claro, probablemente uno se muera antes de un cáncer de pulmón, pero ya ves, lo que son las cosas.
XD
En mi opinión hay casos para todo. Es un tema muy delicado y difícil, desde luego. En general se supone que se debe informar al paciente siempre (y yo querría que me informaran con claridad si estuviera en el caso). Pero si me fuera a morir dentro de diez minutos, tal vez preferiría no saberlo. Y si mi familia no me lo dice ¿eso es engañar? La palabra engaño suena muy mal, pero puede que suene peor... la otra.
Muy interesante todo, Maikix.
Un saludo,
Victor, pienso que a veces la familia actúa de manera excesivamente sobreprotectora. No sería la primera vez que el paciente está enterado de todo, y la familia haciendo el paripé pensando que ni se lo huele. Por supuesto que hay casos y casos, y casi siempre los familiares intentan beneficiar al enfermo, pero no siempre con buen criterio.
Saludos, y gracias.
Todo un testimonio a pie de obra. Lo he encontrado estremecedor, pero a la vez lo he leído con mucho gusto porque le has sabido dar un toque irónico. Desde luego lo más impresionante es ese escopetazo de "vete arreglando los papeles".
Una entrada que debería ser leída por todo aquel que quiera dedicarse a la medicina.
Saludos.
Gracias, José Ángel, por tus palabras.
En medicina hay, "grosso modo", tres grandes ramas: clínicas, quirúrgicas y laboratorios. Exagerando y generalizando: A los laboratorios nos dedicamos los que nos gusta estudiar la medicina, pero no tratar con los enfermos; a las quirúrgicas los manitas, mecánicos, carpinteros... intervencionistas en general; y a las clínicas, el médico clásico, que gusta de estar en contacto con el enfermo, estudiar su caso y aliviarlo. Los dos últimos son los "salvadores" en su caso o los portadores de malas noticias, y por tanto deben estar entrenados, tener mucho sentido común y sobretodo, empatía a la hora de comunicarlas. Y pensar que lo que tienen delante es una persona, y no una enfermedad.
También es verdad que hay enfermos que se creen que el médico es la señora de la limpieza que está a su servicio.
En cualquier caso, el sentido común es lo que no debe faltar a ningún médico.
Saludos ^_^
Para poner los pelos de punta.No me pongo ya en la piel de quien comunica lo malo, sino del que recibe la noticia. Demolición absoluta.
Me gusta mucho tu blog, no se en qué momento leí que no habías acabado el libro de la conjura de los necios, pues ya somos dos!Me hizo gracia porque mira que lo intento, y de la mitad no paso desde hace años, no hay forma.
Bueno no me lío más, un saludo y ¡Que siga el blog por mucho tiempo!
¡Hola, Amanda!
Gracias por pasarte por aquí y comentar.
Me alegro de encontrar a alguien que tampoco haya podido acabar "La conjura de los necios", ya me mosqueaba :)
Ya somos tres.
Saludos a las dos.
Uno suele pasar por aquí.
Holas¡¡. Varias cosas. Probablemente el no poder terminar el libro "La conjura de los necios" es porque se ha quedado un poco desfasado, si es que no lo has leido antes. Cuando salió recuerdo que lo leí y me entusiasmó, después lo he leido varias veces y aunquen no resiste muy bien el paso del tiempo, me sigue pareciendo bastante bueno.
En cuanto al interesantisimo tema de decir a un enfermo ´"la verdad", supongo que depende del punto de vista. Yo, desde luego, QUISIERA SABERLO, porque tengo 4 hijos y quisiera prepararme para decirles adiós y dejar solucionadas unas cuantas cosas.
Sin embargo si alguno de ellos o mi pareja tuviera algo dificil y con poca solución y a corto plazo ¿realmente es necesario que sufra al final de su vida?no estoy tan segura de que quisiera que lo supieran. Algunas personas son hipocondríacas, poco optimistas, muy negativas y/o depresivas...
Bueno, toco madera
Vaya, José Ángel, ¡a ver si al final vamos a ser legión! ;-P
Hola, Isabel, encantada de verte por aquí.
Hace unos cuantos años, que intenté leer el libro. Me lo dejaron, así que lo devolví y no he vuelto a intentar leerlo. Si me lo hubiese comprado, estoy segura de que lo habría hecho.
Respecto al tema de "decir la verdad", es cierto que es espinoso y naturalmente creo que hay que individualizar cada caso. Y los familiares que están cerca son los que conocen al enfermo, y saben cómo se puede tomar las noticias. Pero a veces se es demasiado paternalista y manipulador.
Saludos a los dos.
Pues menudo hijodeputa el médico que le dijo eso a tus amigos. Me lo dice a mí y me lo cargo, y luego le digo "ahora vete haciendo papeles tú, cacho gilipollas". Total, si me quedan dos meses de vida, pues me voy del mundo habiéndome cargado a un imbécil. Tampoco creo que sea tan grave.
La història que expliques del gitano m'ha fet recordar un dia que vaig anar a un clínica de Barcelona on havien de fer una prova diagnòstica a una de les meves filles i els passadissos eren plens de gitanos i gitanes (més homes que dones), alguns molt elegants i enjoiats, d'altres més senzills. Totes les cadires eren ocupades i molts estaven a peu dret, però hi havia dotzenes de persones.
Vaig preguntar a una de les infermeres que ens va atendre què passava perquè hi hagués tanta gent gitana a l'hospital i em va dir que aquella tarda operaven un gitano que era el patriarca d'un clan i tota aquella gent esperava saber com havia anat l'operació. Vaig pensar que no m'agradaria gens estar en el la pell del cirurgià o cirurgiana que estava fent la intervenció.
També els metges es canviarien per algú altre en aquells moments. La medicina no és infalible, i és difícil raonar amb els gitanos, necessiten un culpable quan les coses van maldades.
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