Este fin de semana he ido a la Cerdanya. Tengo cerca de dos horas de camino, por autopista, autovía y cruzando la sierra del Cadí por el túnel del mismo nombre.
Pasta gansa, los peajes: Ida y vuelta, treinta y cinco euracos.
Pero claro, la alternativa es ir por Ripoll y la collada de Tossas, que representa cuatro horas de carretera de curvas.
La Dirección General de Tráfico ha hecho de mí una conductora ejemplar, no por sus sesudas campañas para que no beba si he de conducir, que no utilice el móvil, que revise el coche, que modere la velocidad, que no sea temeraria... sino por los sablazos que representan las multas por pasarte un poquito de la velocidad máxima permitida.
No voy a más velocidad de la permitida, pero tampoco quiero ir a menos, si no es imprescindible. Me adelantan coches a velocidad de vértigo, que digo yo que deben saber dónde están los radares.
Pero es que, aparte del radio metropolitano de Barcelona, donde no puedes superar los ochenta por hora, nunca sé a qué velocidad puedo circular. Porque está señalizado con la punta de la nariz.
Pasada el área metropolitana, puedes circular a ciento veinte por la autopista de Manresa. Está claro. Pero lo que no está claro es cuándo deja de ser autopista y pasa a ser autovía, en la que no puedes pasar de cien. Y en algunos tramos tienes que reducir a ochenta, o a sesenta, sin entender el criterio (o yo no lo sé ver): no es peor carretera, no cambias de sentido, no pasas por ningún núcleo urbano...
Aún no se ha puesto en marcha, pero se propuso desde la delegación de Cataluña (y estas cosas aquí SIEMPRE se aprueban) abolir los diez kilómetros por hora de margen que te dan para multarte entre la velocidad máxima permitida y la velocidad a la que circulas, aduciendo que eso era antes, porque los detectores de velocidad no eran tan precisos como los de ahora. A la que te pases UN kilómetro por hora... multa al canto!
Eso significa conducir por debajo del límite, y estar continuamente pendiente del cuentakilómetros. Y no poder adelantar, claro.
Pasta gansa, los peajes: Ida y vuelta, treinta y cinco euracos.
Pero claro, la alternativa es ir por Ripoll y la collada de Tossas, que representa cuatro horas de carretera de curvas.
La Dirección General de Tráfico ha hecho de mí una conductora ejemplar, no por sus sesudas campañas para que no beba si he de conducir, que no utilice el móvil, que revise el coche, que modere la velocidad, que no sea temeraria... sino por los sablazos que representan las multas por pasarte un poquito de la velocidad máxima permitida.
No voy a más velocidad de la permitida, pero tampoco quiero ir a menos, si no es imprescindible. Me adelantan coches a velocidad de vértigo, que digo yo que deben saber dónde están los radares.
Pero es que, aparte del radio metropolitano de Barcelona, donde no puedes superar los ochenta por hora, nunca sé a qué velocidad puedo circular. Porque está señalizado con la punta de la nariz.
Pasada el área metropolitana, puedes circular a ciento veinte por la autopista de Manresa. Está claro. Pero lo que no está claro es cuándo deja de ser autopista y pasa a ser autovía, en la que no puedes pasar de cien. Y en algunos tramos tienes que reducir a ochenta, o a sesenta, sin entender el criterio (o yo no lo sé ver): no es peor carretera, no cambias de sentido, no pasas por ningún núcleo urbano...
Aún no se ha puesto en marcha, pero se propuso desde la delegación de Cataluña (y estas cosas aquí SIEMPRE se aprueban) abolir los diez kilómetros por hora de margen que te dan para multarte entre la velocidad máxima permitida y la velocidad a la que circulas, aduciendo que eso era antes, porque los detectores de velocidad no eran tan precisos como los de ahora. A la que te pases UN kilómetro por hora... multa al canto!
Eso significa conducir por debajo del límite, y estar continuamente pendiente del cuentakilómetros. Y no poder adelantar, claro.
5 comentarios:
Maikix: los que te adelantan a mil por hora no necesariamente saben donde están los radares. Yo tuve un cliente (un empresario del textil) que viajaba a menudo de Vigo a Madrid o Barcelona, y lo hacía en coche porque tenía pánico al avión. Te hablo de antes de que existieran los "puntos". Pues bien, este señor pagaba entonces, regularmente, más de 100.000 pelas anuales en multas por exceso de velocidad. Eso confesado por él...
Hola Maica, lo que cuenta Víctor ya lo he oído - hay quienes meten las multas en el presupuesto mensual.
Lo del peaje en Cataluña es una auténtica sangría.
Tú sé sensata y no corras -cuando te pasen, baja la ventanilla y grítales ¿Dónde vas, Fitipaldi? o si es un hombre (90%) ¿Por qué no te vas a ajustar tornillos? - (por aquello de mandarnos a la cocina en cuanto nos ven al volante.;)
Por el tipo de coches que adelantan a velocidad de fórmula 1 yo también creo que no les importa pagar lo que sea en concepto de multas (personalmente o a cargo de la empresa), pero desde que tenemos los puntos, ya me parece más difícil. ¿O también tienen prebendas si se quedan sin puntos?
Lo de los peajes no tiene nombre. Nos exprimen como bayetas, sin posibilidad de alternativa.
Un abrazo para cada uno, Victor y Patsy.
Lo sufro, lo sufro, lo sufro. Tanto es así que fuí a que me instalaran en el coche un limitador de velocidad o como se llame. Una cosa que mantiene una velocidad x hasta que tocas el freno o el acelerador. Desgraciadamente en mi coche no se puede instalar eso.
Los coches de hoy, por una buena carretera, se embalan solos y en cuanto te descuidas, te has pasado de la velocidad permitida. Voy a hacer un post con todas las fotos que me han hecho en carretera, que últimamente se te ven hasta las caries.
Jajajaja... Molano, hasta las caries, y la marca de las bragas! ¡Como te estés metiendo el dedo en la nariz, te multan, que te distraes!
Yo por no tener, no tengo ni GPS, y me dicen anticuada...
Un abrazo.
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