
Cada día descubrimos por la prensa algún detalle más del desvergonzado robo continuado que ha perpetrado este sujeto, expresidente de la Fundació Orfeó Català - Palau de la Música Catalana, con lo que ya se podría escribir un decálogo.
De lo último que me he enterado es que el individuo era propietario de más de 40 inmuebles, que no digo yo que no fuesen herencia familiar (dado que pertenecía a la clase bien o burguesía catalana), pero recientemente había adquirido un piso y dos parkings en Barcelona por valor de más de un millón de euros, lo que me hace dudar de lo anterior. He querido recuperar la noticia para poner un enlace pero ya no la he vuelto a encontrar.
Indignante que probablemente Millet no ingrese en prisión, a pesar de haber robado 3,3 millones de euros (según su confesión, porque en realidad podrían llegar a los diez o doce millones). Indignante que, a pesar de que las auditorías practicadas durante ocho años seguidos hablaran de irregularidades, nadie se haya dado por enterado ni haya movido un dedo hasta ahora. Indignante que el juez todavía no les haya llamado a él y a su cómplice, Jordi Montull, a declarar, porque no sabe todos los datos del caso, cuando perfectamente se pueden dar a la fuga. Indignante que ya hayan desaparecido documentos.
Que la consellera Tura diga que no sabían nada porque es que los ladrones tienen, además, intención de ocultar sus fechorías, y que los abogados de Millet afirmen que sólo había metido la pata, es sublime. Como si Millet encima fuera tonto, y que si hubiese robado con más inteligencia, no lo habrían pillado. Cuando resulta todo lo contrario, que el interfecto es muy listo, desde la confesión, que seguro utilizará como atenuante, hasta haber puesto en marcha el efecto ventilador para repartir la mierda, y amenazado veladamente a tirar de la manta por el consentimiento y la falta de control.
El señor Millet llevaba treinta años en el cargo, compartiéndolo con muchísimos cargos más en instituciones públicas y privadas. En los años 1983 y 1984 ya fue condenado a prisión por estafa y falsedad, y sin embargo después, en 1999, recibió la Cruz de Sant Jordi (la misma que ahora no quiere devolver).
Actualmente es miembro de la FAES, fundación nacionalista española de extrema derecha, presidida, como todo el mundo sabe, por José Mª Aznar. Millet abrazó públicamente la fe de Aznar en 2003, y éste puso tres millones de euros sobre la mesa del Palau.
Félix Millet se ha aprovechado de su apellido (Félix Millet Maristany, su padre, fundador de Omnium Cultural, fue un hombre querido y respetado) para enriquecerse él y su familia. La celebración de la boda de su hija en el Palau fue del más puro estilo Ánsar.
Su confesión es cinismo en estado puro. Según ésta, gastó un millón trescientos mil euros en obras en su casa de la Ametlla del Vallés (que, por cierto, ocupa casi toda una colina de esta localidad). Junto a la confesión, entregó un millón ochocientos mil euros, los mismos que cobró hace poco por venderle al Palau una de sus propiedades.
Para que una confesión sea un propósito de enmienda, debe hacerse espontáneamente, no cuando te han pillado con las manos en la masa.
La comisión de Cultura del ayuntamiento de Barcelona acordó por unanimidad el pasado 15 de julio otorgar la medalla de oro al mérito cultural a Félix Millet por su "gestión ejemplar" al frente del Palau de la Música.
¿No es delirante?
Pocos días después, cuando se destapó el pastel, acordaron posponer la decisión.