lunes, 28 de febrero de 2011

Intuición

La intuición es también llamada en según qué ambitos corazonada, olfato, ojo clínico o sexto sentido.
Todo el mundo tiene intuición, no es algo exclusivo ni prevalente en las mujeres, como a veces se pretende, con más o menos romanticismo e infortunio:
La intuición de una mujer es más precisa que la certeza de un hombre (Rudyard Kipling).
El intelecto es el modo de funcionar de la cabeza, el instinto es el modo de funcionar del cuerpo y la intuición es el modo de funcionar del corazón. La mujer es el corazón y el hombre es la cabeza (Osho).

Según el Diccionario de la Real Academia, la intuición es la facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento. También la percepción íntima e instantánea de una idea o una verdad que aparece como evidente a quien la tiene.

Podríamos decir que la intuición es conocer sin saber cómo lo conocemos. Usamos la intuición cuando existen varias soluciones alternativas entre las cuales elegir y todas tienen buenos argumentos. A la hora de tomar una decisión, rara vez tenemos todos los elementos que necesitamos y encima, en muchos casos, la información disponible no es fiable.
La intuición no es un presentimiento ni una visión, no es algo mágico ni esotérico, y hay que diferenciarla de un deseo o un miedo.

Según Burke y Miller, la intuición sería la resolución de problemas realizado de modo inconsciente y basado en el conocimiento acumulado por la experiencia cotidiana, la actividad profesional específica y la formación académica. Es decir, que la intuición no es una facultad distinta de la actividad racional y creativa ordinaria. Su diferencia con el raciocinio habitual radicaría en que el proceso se lleva a cabo mediante una intervención automática del subconsciente, en el que éste selecciona la información relevante guardada en la memoria en cada situación particular.
Para Malcolm Gladwell, quienes son buenos tomando decisiones no son los que procesan mayor cantidad de información o que dedican más tiempo a deliberar, sino aquéllos que son capaces de extraer los factores que realmente importan a partir de una cantidad desmesurada de variables.

En el proceso de la intuición hay tres fases. En primer lugar, el cerebro recopila datos de la experiencia; seguidamente los procesa de forma inconsciente y automática, y en tercer lugar aparece repentinamente el resultado o la conclusión de este procesamiento en nuestra consciencia. Hay que observar mucho y sin prejuicios. Hay que darle tiempo al inconsciente, y luego reconocer las señales.

Cuando tenemos una intuición, la sentimos en el corazón, o en el estómago, (en las vísceras, vaya). Algo inexplicable que se manifiesta como un sentimiento a favor o en contra, algo que no podemos definir, nos hace inclinarnos a tomar una decisión determinada.

Dicho todo esto, pienso que la intuición está sobrevalorada. Será porque yo no doy una. Quizá porque mi intuición me habla bajito, o porque estoy sorda, o porque tergiverso las señales, o porque no me las creo, o porque mi software necesita actualización, o porque no me funciona, o qué sé yo, pero me equivoco demasiadas veces.
No es algo que me pase a mí sola, claro. De hecho, creo que es lo más frecuente.
Quien dice ser muy intuitivo es porque sin deliberar demasiado toma decisiones que a posteriori demuestran ser acertadas. O bien porque ha seguido ese instinto aún cuando todos los razonamientos lógicos estaban en contra, y le ha salido bien. Pero en general, ser impulsivo y guiarse sólo por la intuición no suele tener buenas consecuencias. Es frecuente cometer errores imperdonables. Si nuestro cerebro conecta datos que se dan juntos por simple azar, las predicciones basadas en estas conexiones pueden ser nefastas.

Como consejo final, diría que si tienes mucha experiencia en el campo en el que tienes que tomar una decisión, sigue tu instinto. Si no, dale algunas vueltas antes de precipitarte. En cualquier caso, creo que nunca está de más recopilar información.

(Nota: La viñeta es de Montt, y me parece deliciosa)

7 comentarios:

Víctor González dijo...

En realidad ese intuitivo del que hablas, que siempre acierta, no es más que un optimista.
Un abrazo,

maikix dijo...

¿Era eso, Víctor? Así ya entiendo porqué yo no acierto nunca.
Haberlo dicho antes, ¡me hubiera ahorrado todo el rollo!

PATSY SCOTT dijo...

Yo intento no fiarme de mi intuición (creo que está condicionada por muchos factores, como explicas) pero la verdad es que muchas veces acabo deseando haberlo hecho - las cosas no siempre (más bien casi nunca) obedecen a una lógica. Ya puedes tener toda la información del mundo sobre algo que en teoría no puede fallar, y falla.
Diré, de todas formas que valoro más mi intuición con respecto a las personas que a los negocios. Los planes de negocios, con estadísticas incluídas a mí siempre se me han acabado torciendo.
Oye, este tema no vendrá por lo que estoy pensando, ¿no?
Besos.

Candela dijo...

Yo suelo tener buena intuición, lo que pasa es que algunas veces me falla y por eso mismo las veces en que habría podido utilizarla en mi beneficio no lo he hecho, por aquello de no cometer errores. Craso error el mío :)

ISA dijo...

De tu escrito me quedaria, principalente, con "...Cuando tenemos una intuición, la sentimos en el corazón, o en el estómago, (en las vísceras, vaya). Algo inexplicable que se manifiesta como un sentimiento a favor o en contra, algo que no podemos definir, nos hace inclinarnos a tomar una decisión determinada...".

Y lo que no entiendo mucho es por qué relacionas intuición con tomar decisiones. Que puede ser que si, pero no siempre.
Yo me considero bastante ¿intuitiva ?, con las personas, por ejemplo, muy pero que muy pocas veces me equivoco. Y luego tengo el problema de ser demasiado observadora y/o demasiado rceptiva (esto ultimo para según qué cosas), por lo que a veces me anticipo a hechos que suceden a posteriore cuando he tenido una "corazonada" aún sin ser consciente de esta última.
Puedo contarte un hecho de hace muchísimos años, quizás más de 20. Tenía yo entonces un noviete suizo al que habia conocido en Londres y durante dos años mantuvimos una relación, a distancia, estupenda.
Era finales de septiebre y una noche no podia dormir, pero no pasaba nada, siempre he dormido muy poco, así que me levanté y me puse a leer como siempre. Al poco me cansé y decidí poner un video de una actuación de Leonard Cohen, cosa rara, porque cuando no puedo dormir leo. La terminé de ver, me acosté un par de horas porque ya era tarde. Me levanto, me arreglo, me voy a la ofi y como a las 9 de la mañana me llaman desde Rudolfstetten (la ciudad donde él vivía y trabajaba) para comunicarme que Max había muerto de madrugada en un accidente de coche. Tenía 45 años.
¿Y dónde está el "tema" te preguntarás?. Pues que Max (asi se llamaba) salvando la distancia de la edad, era exactamente igual que Leonard Cohen.
¿Cómo lo ves, además de tremendo?. Pues alguna más podría contar, aunque no todas tan trágicas.

maikix dijo...

Jajajajaja... ¡Qué intuitiva eres, Patsy!
Yo creo que es mucho más fácil ser intuitivo con las personas que con los negocios, porque además de que tenemos mucha más experiencia con ellas, en los negocios cuentan muchos factores externos que se nos escapan.

Candela, ¡cuántas veces hemos dicho: tenía que haberme dejado llevar por mi intuición! Tanto los aciertos como los errores los comprobamos a posteriori, entonces... ¿Quién sabe si un error o un acierto es gracias a seguir la intuición, o al contrario?

Isa, yo creo que tú te refieres más bien a "premonición", y eso si que no tiene nada que ver con experiencia, aprendizaje, toma de decisiones ni nada de eso.
Yo me refiero a cuando te encuentras en una encrucijada, o simplemente en un dilema, dejarse llevar o hacer caso (o no) a un conocimiento subconsciente, aprendido a base de experiencia, además (o no) de sopesar los argumentos objetivos, a la hora de tomar una decisión.
(No sé si me he explicado bien).

Besos a las tres.

PATSY SCOTT dijo...

jajaja, me lo temía...ya he contestado a tu mail. Besos y ánimo.
P.D. la palabra de verificación es monin :))

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