Hoy es el cumpleaños de Zapatero, de Obama y de un novio maltratador que tuve. Naturalmente, me importa un rábano.
Pero también es el cumpleaños de Pol, mi hijo mayor, y eso sí me importa. Cumple 21 añazos, de los cuales más de la mitad no lo hemos celebrado juntos. Siempre coincide que por estas fechas está con su padre. No importa, porque lo celebramos a destiempo. Hay gente que le da mucha importancia a celebrar las cosas en un día determinado, el que toca, y es un sacrilegio para ellas dejarlo para otro momento. A mí me da igual, se trata de celebrar que está en el mundo, que me cambió la vida, que se está convirtiendo en un hombre maravilloso, que es una buena persona, que es un artista...
Nació un año después de casarme, un pedazo de niño de más de 4 kg, que enseguida hizo olvidarme que la había cagado casándome con su padre. Mi atención se centró en él y consiguió durante un tiempo que dejase de lamentar haber errado el camino.
Ponerle nombre tuvo su miga.
Por aquella época, Pol no era un nombre común ni mucho menos (no como ahora, que hay más Pols que Jordis), apenas se conocía por la población del Maresme, Sant Pol de mar.
Unos años antes de que naciese mi hijo, conocí a un niño que se llamaba así. Me pareció tan bonito, corto, simple y varonil que decidí que, si algún día tenía un hijo, se llamaría así.
En cuanto supe que tendría un niño, a los 4 meses de embarazo, y empezamos a pensar en el nombre, se lo comuniqué a mi marido. Siguiendo en su línea, no me contradijo: ni sí ni no, sino todo lo contrario (su estrategia siempre fue la de calla, jode y apaña).
Así que mi familia, a la que le encantaba el nombre, y yo, cuando nos dirigíamos al pequeño que llevaba en el vientre, le llamábamos Pol. A su familia, andaluza, no le gustaba nada el nombre, en especial a su madre, que se había quedado viuda hacía pocos años y tenía reservado para su primer nieto el nombre de su marido, ANTONIO, como se llamaba también su primogénito (que NO era mi marido).
Llegó el momento del nacimiento, y cuando la comadrona nos preguntó si ya sabíamos el nombre que le íbamos a poner a aquel niño tan grande y tan guapo que acababa de llegar al mundo, para ponerlo en la pulserita identificativa, fue cuando su padre desveló que no, que NO LO SABÍAMOS. Mi consternación fue grande, pero acepté que si no le gustaba, tendríamos que buscar otro nombre. Mi alternativa era buscar uno que nos gustase a los dos, creo que la más lógica.
Pues bien, la suya, ante mi rotunda negativa a que se llamase como el abuelo fallecido, era ponerle un nombre compuesto al niño, uno de los cuales lo elegiría yo, y el otro sería ANTONIO. Así, él solo estuvo barajando, durante los 15 días siguientes en los que mi hijo era "el niño", "el pequeñín", "el nene", "el bebé" y cosas por el estilo, nombres tan telenoveleros como Pol Antonio, Antonio Pol, Guillermo Antonio, Antonio Adrián, y otras lindezas por las que yo no estaba dispuesta a dar mi brazo a torcer.
Llegó el día en que "el niño" tenía que inscribirse en el registro civil, daban un máximo de 3 semanas para hacerlo y seguíamos sin ponernos de acuerdo. Tan harta estaba del tema, que le dije a mi marido que se fuese a registrarlo y le pusiese el nombre que le diese la gana. Aún desde el Registro me llamó por teléfono para proponerme algún otro nombre absurdo, a lo que le grité de nuevo que lo llamase como quisiera.
Volvió habiéndole puesto Pol, sólo Pol, pero con varios tachones previos en el documento.
Mi suegra se murió casi sin llamar a Pol nunca por su nombre, se dirigía a él como "el nene".
Pero también es el cumpleaños de Pol, mi hijo mayor, y eso sí me importa. Cumple 21 añazos, de los cuales más de la mitad no lo hemos celebrado juntos. Siempre coincide que por estas fechas está con su padre. No importa, porque lo celebramos a destiempo. Hay gente que le da mucha importancia a celebrar las cosas en un día determinado, el que toca, y es un sacrilegio para ellas dejarlo para otro momento. A mí me da igual, se trata de celebrar que está en el mundo, que me cambió la vida, que se está convirtiendo en un hombre maravilloso, que es una buena persona, que es un artista...
Nació un año después de casarme, un pedazo de niño de más de 4 kg, que enseguida hizo olvidarme que la había cagado casándome con su padre. Mi atención se centró en él y consiguió durante un tiempo que dejase de lamentar haber errado el camino.
Ponerle nombre tuvo su miga.
Por aquella época, Pol no era un nombre común ni mucho menos (no como ahora, que hay más Pols que Jordis), apenas se conocía por la población del Maresme, Sant Pol de mar.
Unos años antes de que naciese mi hijo, conocí a un niño que se llamaba así. Me pareció tan bonito, corto, simple y varonil que decidí que, si algún día tenía un hijo, se llamaría así.
En cuanto supe que tendría un niño, a los 4 meses de embarazo, y empezamos a pensar en el nombre, se lo comuniqué a mi marido. Siguiendo en su línea, no me contradijo: ni sí ni no, sino todo lo contrario (su estrategia siempre fue la de calla, jode y apaña).
Así que mi familia, a la que le encantaba el nombre, y yo, cuando nos dirigíamos al pequeño que llevaba en el vientre, le llamábamos Pol. A su familia, andaluza, no le gustaba nada el nombre, en especial a su madre, que se había quedado viuda hacía pocos años y tenía reservado para su primer nieto el nombre de su marido, ANTONIO, como se llamaba también su primogénito (que NO era mi marido).
Llegó el momento del nacimiento, y cuando la comadrona nos preguntó si ya sabíamos el nombre que le íbamos a poner a aquel niño tan grande y tan guapo que acababa de llegar al mundo, para ponerlo en la pulserita identificativa, fue cuando su padre desveló que no, que NO LO SABÍAMOS. Mi consternación fue grande, pero acepté que si no le gustaba, tendríamos que buscar otro nombre. Mi alternativa era buscar uno que nos gustase a los dos, creo que la más lógica.
Pues bien, la suya, ante mi rotunda negativa a que se llamase como el abuelo fallecido, era ponerle un nombre compuesto al niño, uno de los cuales lo elegiría yo, y el otro sería ANTONIO. Así, él solo estuvo barajando, durante los 15 días siguientes en los que mi hijo era "el niño", "el pequeñín", "el nene", "el bebé" y cosas por el estilo, nombres tan telenoveleros como Pol Antonio, Antonio Pol, Guillermo Antonio, Antonio Adrián, y otras lindezas por las que yo no estaba dispuesta a dar mi brazo a torcer.
Llegó el día en que "el niño" tenía que inscribirse en el registro civil, daban un máximo de 3 semanas para hacerlo y seguíamos sin ponernos de acuerdo. Tan harta estaba del tema, que le dije a mi marido que se fuese a registrarlo y le pusiese el nombre que le diese la gana. Aún desde el Registro me llamó por teléfono para proponerme algún otro nombre absurdo, a lo que le grité de nuevo que lo llamase como quisiera.
Volvió habiéndole puesto Pol, sólo Pol, pero con varios tachones previos en el documento.
Mi suegra se murió casi sin llamar a Pol nunca por su nombre, se dirigía a él como "el nene".
MOLTES FELICITATS, CARINYO MEU!!!
14 comentarios:
Que precioso que es!!.Siempre hay momentos para celebrarlo y te diría que intimamente celebro muchas veces al año el tener mis dos hijos,por lo mismo que vos. Un beso y un babero,jajajaja.
Felicidades a Pol.
Saludos,
Diego
que guapoooooooooooo!!! muchas felicidades para él y para tí. Y estoy contigo, lo importante es "desear" celebrarlo y disfrutarlo, da igual cuando.
besos
Oye, tu hijo transmite una cantidad de buena energía increíble. Felicidades a los dos...
Es guapísimo y ¿a que no sabes de todo lo que más me engancha de él? Seguro que sí, porque en eso además se parece a ti. Felicidades por ese hijo y por conseguir que al final se llamase Pol, un nombre bonito, corto y el que tú querías. Besos para ti.
Gracias, Fiorella. Pocas veces me dejo llevar por mi orgullo, pero es verdad que a veces se me cae la baba.
Le paso tus felicitaciones, aunque espero que se pase por aquí y os dé las gracias él mismo, Diego.
Tienes razón, Mam. En cuanto vuelvan de Almería, nos vamos a celebrarlo. Gracias por tus palabras, guapa.
Gracias a ti también, Pepa, esas "good vibrations" son por su gran corazón que, si te fijas, se le sale por la camiseta... ;)
¿Su sonrisa franca, Candela? :D
Te sorprenderías de lo mucho que se parece a mí ("a menudo los hijos, se nos parecen..." cantaba Serrat). Besos.
¡Sí, Maikix! Su sonrisa franca. Se te parece mucho, mucho. Muach!!!
Joder con Pol, tiene pinta de estar buenorro y con la madre que tiene, seguro que debe ser una gran persona.
Muchas felicidades para él por su cumpleaños y para ti por tenerlo.
Besos.
Candela, franca como la tuya. Si los ojos son el espejo del alma, la sonrisa lo es del corazón. Petonets.
Jajajaja, butterflied... bueno, bueníiiiiisimo! Pero lo más importante es que sí, es una gran persona. Gracias por tu felicitación.
Yo no tengo hijos (cosa que lamento), pero como fui fotógrafo de moda masculina muchos años, me ha quedado -creo- un buen juicio para los tíos guapos e interesantes. De hecho, elegí a Kortajarena en un casting para un par de trabajos, antes de que el chico se convirtiera en la bomba y ya no pudiera pagarlo. Lo mismo me ocurrió con David Guilló -otro top-, con Rubén Cortada -otro-, y con Oriol Elcacho y Velencoso, si bien estos dos últimos ¡el cliente no los quiso!. Vamos, Maikix, que tienes un hijo guapo. ¡Enhorabuena! y felicidades por su cumple. A propósito del nombre, hoy he estado todo el día con mi ahijado, un inglés medio gallego de 23 años que se llama "Joel", también guapo. A sus padres les pasó lo mismo en el registro con el maldito nombre...
Un abrazo,
jajaja, ¡Guapísimo Pol!! - ya lo había visto en flickr y de tal palo, tal astilla. Menudo club de fans tendrá.
Besos.
Gracias, Víctor, de hecho, no de manera profesional, pero Pol hace de modelo fotográfico y también ha hecho pasarela, aunque no le interesa el mundillo. Lo que le interesa de verdad es el diseño gráfico, a lo que quiere dedicarse y está en ello. Mira por dónde, tenéis algo en común.
A él de pequeño no le gustaba su nombre, pero luego ya sí.
Un abrazo.
Patsy, lo del palo y la astilla es literal... jajajjaja.
Supongo que sí, que debe tener un nutrido grupo de fans.
Besos también para ti, guapa.
Mu guapo el niño y más si no llevara piercing¡¡¡¡. Lo siento,soy una antigua, pero lo que me extraña es que tu, cómo médico, se lo permitas. Creo que son foco de inumerables infecciones¡¡¡. Bueno, en su casa cada uno sabe lo que se hace y yo la verdad es que para ciertas cosas soy muy tradicional y no admito ni piercing ni tatuajes (en mi gente, claro, el resto que haga lo que quiera).
En cuanto a los nombres de los hijos, no me hables, no me hables... La primera (yo tenia 19 años) la llamó, según me confesó a posteriori, como una novia que tuvo. Al segundo,por un hermano al que mataron en la guerra civil. Para cuando nació la tercera yo ya estaba hasta el moño y cuando quiso ponerle Nieves (como otra novia suya), me planté y dije que por ahí no pasaba,y la llamé Ana, aunque de segundo nombre (que nadie usa) tb lleva el de una hermana.
Al cuarto y último quiso ponerle su nombre y dije que naranjas de la china, que ninguna de las niñas llevaba el mio (ni falta que hacia) y se le puso Miguel y de segundo el suyo, aunque tampoco nadie le llama por este último.
Obviamente yo tb me separé, pero no solo por esto .))))))) sino por otras cosas "no menos" importantes.
(Por cierto ando despistada con esto de la cuenta google, tengo que parar un momento y ver de que va.
Besos y que descanses. Yo mañana empiezo mis vacaciones. Veremos a ver.
Isabel
www.sopasyletras.com
Hola, Isabel, lo primero, ¡disfruta de tus vacaciones!
En cuanto a los piercings, a mí tampoco me gustan, se los puso (el de la nariz, que es el que me parece especialmente molesto) cuando ya era mayor de edad. Un día llegó a casa con él... ¿tenía que haberle echado de casa?
Y lo de los nombres... ¡¡¡pa matarlo, a tu marido!!! Fíjate que mi ex se llama Miguel, y aunque me gusta el nombre, no quería que mis hijos se llamasen igual. Hubiera claudicado en ponerle Miguel, pero Antonio, que no me gusta...!
¡Felices vacaciones!
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