Las últimas películas que he visto conforman una estrella de tres puntas, a cuál mejor en su estilo y sin embargo diametralmente opuestas. Una intimista, una de conflictos personales e inmigración, y una trepidante.
La primera, Villa Amalia (Villa Amalia, Benoît Jacquot. Francia 2009), es la historia de una pianista que en un momento de su vida, tras ver a su pareja besándose con otra mujer (aunque el detonante es lo de menos), decide plantarlo todo, sus conciertos, su apartamento, su vida anterior, en definitiva, y se embarca en una huída sin destino predeterminado. La protagonista, Ann (interpretada magistralmente por Isabelle Huppert) desmonta su acomodada existencia sin que le tiemble el pulso, para iniciar una nueva vida y encontrarse a sí misma, lo que logrará en una pequeña isla italiana, en una desvencijada casa donde habitan el paisaje, y ella. Una película con poco diálogo, sin un argumento tal como lo entendemos, es decir, no hay una historia en la que se desarrolle y resuelva una trama, cuenta con unos paisajes impresionantes, que transmiten la paz que busca la protagonista, y con una Isabelle Huppert que, como he leído por ahí, no interpreta, sino que somatiza sus personajes. Creo que para apreciar la película hay que empatizar con el personaje, cosa que a mí, además de que la Huppert es pelirroja y pecosa, no me ha costado nada. La ruptura con todo, la huída y la desaparición a un lugar recóndito, aunque sea temporal, se me ha planteado muchas veces, sin ir más lejos este verano.
La segunda, El silencio de Lorna (Le silence de Lorna, Jean Pierre y Luc Dardenne. Bélgica 2008. Premio al mejor guión en Cannes 2008) es una historia de amor, aunque no lo parezca. Lorna (Arta Dobroshi) es una inmigrante albanesa casada por conveniencia con un yonqui belga, Claudy, para obtener la nacionalidad, gracias a Fabio, un mafioso local. Éste planea asesinar al marido aprovechando su drogodependencia, para que así Lorna se pueda volver a casar con un ruso, dispuesto a pagar mucho dinero para conseguir a su vez la nacionalidad. Lorna se implica en esta mafia para conseguir dinero con el que montar un bar con su novio Sokol, enterado de todo.
La película toca el tema de la inmigración y las mafias relacionadas con ella, la utopía que representa el primer mundo, pero sobretodo se trata del conflicto de Lorna, por no haber podido salvar a Claudy, y a quien sólo en un momento se ve reír, carcomida por el sentimiento de culpa. Algo que no entraba en sus planes y que trastoca incluso su percepción de la realidad. El tramo final del film es un poco irregular, para mi gusto, resuelto de forma ambigua y precipitada. La actriz que interpreta a Lorna es una deliciosa kosovar que me recuerda mucho a Ariadna Gil.
Y la tercera, la superproducción Origen (Inception, Christopher Nolan. Estados Unidos/Gran Bretaña 2010), del director de Memento y El caballero oscuro. Una fantástica cinta de cine fantástico, ciencia ficción al estilo Matrix, con un reparto ajustado al presupuesto. Protagonizada por Leonardo di Caprio, con el que me he reconciliado, y Marion Cotillard, aparecen también Ken Watanabe, Tom Berenger y Michael Caine, entre otros.
Cobb (di Caprio) es un ladrón que accede a información privilegiada introduciéndose en los sueños y el subconsciente de sus víctimas (en este sentido me recordó a Olvídate de mí, donde unos especialistas borraban partes específicas de los recuerdos de sus clientes). Quiere rehabilitarse y volver con sus hijos, y sólo será posible si lleva a cabo un último trabajo, algo diferente a lo que ha hecho hasta ahora: en lugar de robar secretos, deberá introducir una idea en la mente de un rico heredero. Para lograrlo, reunirá un equipo en plan Ocean's eleven, con varios especialistas en diferentes campos.
La película tiene efectos especiales espectaculares, el guión es sólido y, aunque cuesta seguir el hilo de las explicaciones de la metodología que siguen, el objetivo es claro. Trepidante de principio a fin, te mantiene alerta y las casi dos horas y media que dura se pasan volando. Mi único pero, que los personajes secundarios y sus motivaciones están poco elaborados. Pero en el conjunto de la película, esto es una minucia. Altamente recomendable para los amantes del cine de acción y fantástico.
La primera, Villa Amalia (Villa Amalia, Benoît Jacquot. Francia 2009), es la historia de una pianista que en un momento de su vida, tras ver a su pareja besándose con otra mujer (aunque el detonante es lo de menos), decide plantarlo todo, sus conciertos, su apartamento, su vida anterior, en definitiva, y se embarca en una huída sin destino predeterminado. La protagonista, Ann (interpretada magistralmente por Isabelle Huppert) desmonta su acomodada existencia sin que le tiemble el pulso, para iniciar una nueva vida y encontrarse a sí misma, lo que logrará en una pequeña isla italiana, en una desvencijada casa donde habitan el paisaje, y ella. Una película con poco diálogo, sin un argumento tal como lo entendemos, es decir, no hay una historia en la que se desarrolle y resuelva una trama, cuenta con unos paisajes impresionantes, que transmiten la paz que busca la protagonista, y con una Isabelle Huppert que, como he leído por ahí, no interpreta, sino que somatiza sus personajes. Creo que para apreciar la película hay que empatizar con el personaje, cosa que a mí, además de que la Huppert es pelirroja y pecosa, no me ha costado nada. La ruptura con todo, la huída y la desaparición a un lugar recóndito, aunque sea temporal, se me ha planteado muchas veces, sin ir más lejos este verano.
La segunda, El silencio de Lorna (Le silence de Lorna, Jean Pierre y Luc Dardenne. Bélgica 2008. Premio al mejor guión en Cannes 2008) es una historia de amor, aunque no lo parezca. Lorna (Arta Dobroshi) es una inmigrante albanesa casada por conveniencia con un yonqui belga, Claudy, para obtener la nacionalidad, gracias a Fabio, un mafioso local. Éste planea asesinar al marido aprovechando su drogodependencia, para que así Lorna se pueda volver a casar con un ruso, dispuesto a pagar mucho dinero para conseguir a su vez la nacionalidad. Lorna se implica en esta mafia para conseguir dinero con el que montar un bar con su novio Sokol, enterado de todo.
La película toca el tema de la inmigración y las mafias relacionadas con ella, la utopía que representa el primer mundo, pero sobretodo se trata del conflicto de Lorna, por no haber podido salvar a Claudy, y a quien sólo en un momento se ve reír, carcomida por el sentimiento de culpa. Algo que no entraba en sus planes y que trastoca incluso su percepción de la realidad. El tramo final del film es un poco irregular, para mi gusto, resuelto de forma ambigua y precipitada. La actriz que interpreta a Lorna es una deliciosa kosovar que me recuerda mucho a Ariadna Gil.
Y la tercera, la superproducción Origen (Inception, Christopher Nolan. Estados Unidos/Gran Bretaña 2010), del director de Memento y El caballero oscuro. Una fantástica cinta de cine fantástico, ciencia ficción al estilo Matrix, con un reparto ajustado al presupuesto. Protagonizada por Leonardo di Caprio, con el que me he reconciliado, y Marion Cotillard, aparecen también Ken Watanabe, Tom Berenger y Michael Caine, entre otros.
Cobb (di Caprio) es un ladrón que accede a información privilegiada introduciéndose en los sueños y el subconsciente de sus víctimas (en este sentido me recordó a Olvídate de mí, donde unos especialistas borraban partes específicas de los recuerdos de sus clientes). Quiere rehabilitarse y volver con sus hijos, y sólo será posible si lleva a cabo un último trabajo, algo diferente a lo que ha hecho hasta ahora: en lugar de robar secretos, deberá introducir una idea en la mente de un rico heredero. Para lograrlo, reunirá un equipo en plan Ocean's eleven, con varios especialistas en diferentes campos.
La película tiene efectos especiales espectaculares, el guión es sólido y, aunque cuesta seguir el hilo de las explicaciones de la metodología que siguen, el objetivo es claro. Trepidante de principio a fin, te mantiene alerta y las casi dos horas y media que dura se pasan volando. Mi único pero, que los personajes secundarios y sus motivaciones están poco elaborados. Pero en el conjunto de la película, esto es una minucia. Altamente recomendable para los amantes del cine de acción y fantástico.
4 comentarios:
¡Uy qué ganas me han entrado de ir al cine!! Y en especial de ver la de Villa Amalia - aunque no sea pelirroja yo también me he planteado este verano aquello de desaparecer y perderme en algún lugar remoto - pero de forma permanente.
Beso grande.
¡Pues date el gustazo, Patsy! Si no de perderte, por lo menos de ver la peli. Durante 90 minutos estás ausente.
Desaparecer de forma permanente... Mi sentido de la responsabilidad, teniendo dos hijos a mi cargo, no me lo permite más que de pensamiento. Hasta hace poco, ni siquiera temporalmente, pero todo se andará...
Quién sabe, igual si algún día puedo, ya ni me lo planteo.
Un abrazo muy fuerte.
De las tres solo he visto Origen. Claro que yo soy fan incondicional de Leo desde siempre. No soy imparcial. Lo conozco desde antes que fuera actor. Adoro a Leo y le perdono cualquier cosa. Cuando al principio lo tachaban de "ídolo de jovencitas" y cosas así siempre lo defendí (aparte de que las chicas te lleven recortado en sus cuadernos no tiene nada de malo ¿no?). El caso es que siempre me pareció un actor-bomba. De esos que solo se dan una vez, de vez en cuando. De esos que sea como sea la película, aunque sea mala... ellos salen intactos. La "honradez pura" en la pantalla. Pocos tienen eso. Lo tenía Henry Fonda, por ejemplo (que por cierto en lo personal y privado era un impresentable, no como Leo); y entre las chicas lo tenía Joan Crawford... siempre perfecta aunque la peli fuera intragable. Leo, creo yo es uno de los mejores actores de cine de todos los tiempos. Con su carita redonda y ese físico grandullón de niño-hombre se convierte en lo que sea y te lo crees (véanse Titanic, Diamante de Sangre, Infiltrados, El Aviador... en fin). Dicho esto, Origen me ha encantado. El juego de muñecas rusas de "dentro de, dentro de, dentro de" es precioso. Parece sacado de un cuadro de Escher. Y la factura de la peli, espectacular. Muy recomendable. Y no vamos a contar el final aquí, porque es sencillamente perfecto y hay que verla...
Un abrazo,
Víctor... eres tú, ¿verdad? A mí me ha costado un tiempo encontrarle esas cualidades a di Caprio, pero nunca es tarde.
Las otras dos pelis también son recomendables, aunque minoritarias y seguramente no fáciles de ver.
Saludos.
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