Sé que hay hipocondríacos entre quienes leen este blog, y nada más lejos de mi intención que angustiarles. Pero ahora que ya sé por qué tengo la cervicobraquialgia (dolor del cuello y brazo): una
hernia discal entre C6 y C7 (penúltima y última vértebras cervicales respectivamente), y que sé que el tratamiento no necesariamente es quirúrgico, y que en un porcentaje muy elevado de casos regresan, me apetece contar lo que es.
La columna vertebral está constituida por
7 vértebras cervicales,
12 dorsales,
5 lumbares y varias fusionadas que constituyen el
sacro y el
coxis. Las vértebras a su vez están constituidas por una parte anterior o
cuerpo vertebral, como un cilindro óseo, y un
arco posterior, como medio anillo óseo unido por detrás al cuerpo. El arco posterior tiene tres prolongaciones óseas que le dan la forma tan peculiar que tienen las vértebras: una impar posterior, la
apófisis espinosa (el
rosario que nos tocamos de arriba abajo en la espalda siguiendo la columna) , y dos laterales, una a cada lado, las
apófisis transversas. Sirven para la inserción de los músculos que mueven la columna.
Al estar colocadas las vértebras una encima de otra, el arco posterior delimita el
canal medular, por donde pasa la
médula espinal. De la médula parten los distintos pares de nervios a uno y otro lado, que salen del canal por unos agujeros laterales del arco.
Entre los cuerpos vertebrales se sitúa el
disco intervertebral, que sirve para repartir el peso entre las distintas vértebras y permitir el movimiento entre ellas. Es una estructura compleja constituida por fibrocartílago, dispuesto en capas como una cebolla, con un núcleo central más laxo, el
núcleo pulposo.
La
hernia di
scal es la salida del núcleo pulposo a través del anillo fibrocartilaginoso roto.
Es una de las patologías neuroquirúrgicas más frecuentes de nuestro tiempo, debido a la vida sedentaria y a la realización de trabajos que requieren muchas horas en la misma postura, sentados, inclinados ligeramente hacia delante y con la cabeza discretamente flexionada. Esto va lesionando el anillo fibroso, que se debilita y se van rompiendo las fibras, dando episodios de dolor y contractura cervical. Hasta que finalmente se rompe la última capa y el núcleo pulposo sale a su través ocupando el canal medular, casi siempre hacia atrás y a un lado, comprimiendo la salida del nervio.
Esto causa el dolor cervical que además se irradia hacia un brazo incluso hasta la mano (cervicobraquialgia).
La misma patología puede producirse por un accidente agudo, como un choque con un vehículo (
latigazo), o bien por degeneración ósea (
artrosis), en la que al hueso le crecen unas prolongaciones (osteofitos) que pueden también ocupar el agujero de salida del nervio.
Con una radiogr

afía simple lo único que se ve son los huesos, no se puede ver la hernia, pero sí signos indirectos de la contractura, como un rectificación de la curva convexa hacia delante normal de la columna cervical (rectificación de la
lordosis). La resonancia magnética nuclear permite ver los tejidos blandos, y es la técnica ideal para ver la hernia del disco.
Yo tengo claro que estoy pagando las consecuencias de llevar trabajando más de diez años seguidos doce horas diarias, en una postura nada ergonómica, unido a tensión que agrava el proceso.
La buena noticia es que en casi un 90% de los casos la hernia regresa y no requiere tratamiento quirúrgico. Se operan cuando producen trastorno motor, es decir, pérdida de fuerza en la extremidad. El resto, con tratamiento sintomático, fisioterápico y postural, puede corregirse.
También es verdad que llevo dos semanas de tratamiento antiinflamatorio y analgésico, y sigo casi igual, incluso tras una infiltración peridural de corticoides (uf!).