domingo, 26 de abril de 2009

Actualización

(foto: Mihail Chemiakin, Cybele)

He estado unos días en Alicante, asistiendo a un curso de actualización en patología mamaria. Y me he actualizado en varias cosas.

Fui en tren, y a pesar de ser moderno, el Euromed me ha recordado al sevillano, tren de la época franquista que hacía el recorrido Barcelona-Sevilla en 25 horas, y no por la velocidad (tarda 4 horas y media en hacer Barcelona-Alicante), sino por el calificativo con el que se conocía a aquél, el borreguero. El apelativo, no hace falta decirlo, hacía referencia a que solía ir lleno hasta la bandera, y puesto que se pasaba tantas horas en él, se comía, se dormía, y se compartían muchas cosas.

En el Euromed he tenido la oportunidad, sin quererlo y a la fuerza, de compartir las conversaciones por el móvil de una gran parte de los integrantes del vagón en el que viajé, algunas especialmente molestas, por lo reiteradas. He oído estúpidas conversaciones de dos barbies adolescentes que aprovechaban el viaje para ponerse uñas postizas y probar todo tipo de maquillajes. He podido deleitarme con los mocos de un pasajero que viajaba detrás, que no paraba de sorberlos, casi he compartido un chicle que mascaba otro con la boca abierta... Una delicia, vamos.

Me sorprende la contradicción que representa el individualismo cada vez más exacerbado que existe, con el exhibicionismo descarado con el que determinadas personas se muestran en público. Sin embargo, no se te ocurra hacer un comentario al respecto, porque entonces te estás metiendo donde no te llaman, estás invadiendo su intimidad...

Ha sido la primera vez que he pasado el día de Sant Jordi fuera de Barcelona. Me dio un poco de penita, porque es un día muy señalado y querido para mí.
En Alicante era fiesta, coincidió con el día de la Santa Faz, que se celebra el segundo jueves después del jueves santo, cuando miles de alicantinos se van de romería tras la reliquia, a pasar un día en el campo. Tuve que atravesar la marea humana en contra dirección para asistir al curso, y no me lo pusieron fácil.

Se podía haber cambiado el nombre de la fiesta por el de la Santa Jeta, porque encabezaba la procesión Francisco Camps, presidente de la Generalitat valenciana, quien no quiso contestar a las preguntas de los periodistas sobre sus conversaciones con el bigotes y los supuestos regalos que éste hizo al presidente y su familia, hasta que se disponía a volver a Valencia. Y para decir que todo es un montaje y una mentira. Claro, como los famosos trajes que supuestamente no pagó, y por lo que se le increpó hace varias semanas en otra romería, la de les Canyes de Castellón.
¿Qué será en la próxima romería? No me atrevo a aventurar. Que me sorprendan...

En fin, aparte de estas cosas, debo decir que estoy contenta porque el curso estuvo muy bien, el nivel alto y la participación en las conferencias, ¡un 40% mujeres y un 60% hombres! Creo que es el primer curso al que asisto donde hay tantas ponentes mujeres. Además, con alguna excepción, de un nivel excelente.
Me he puesto al día en avances en el diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama, que era de lo que se trataba.

4 comentarios:

Ave dijo...

"Me sorprende la contradicción que representa el individualismo cada vez más exacerbado que existe, con el exhibicionismo descarado con el que determinadas personas se muestran en público."

Nada que añadir a esta observación.

maikix dijo...

Es que alucino con la falta de pudor, con las conversaciones (casi siempre innecesarias, por pasar el rato) a voz en grito, sin pensar que a los que escuchan les importa un pimiento, y pienso que todo es pavoneo: "que se enteren que tengo amigos, que he cerrado un negocio, que voy a una boda, que piensan en mí, que voy a salir esta noche, que tengo una vida muy guay"...

PATSY SCOTT dijo...

Jaja, me he reído mucho imaginando a tu compañero de vagón sorbiendo los mocos. La falta de decoro y de pudor está tan extendida que ya se toma como algo normal.
Pillé a uno que hacía pis al lado de mi puerta de calle. Me quedé en la puerta y le pregunté por qué no entraba a hacer pis a algún bar - ni se inmutó, se sacudió la gotita, enfundó y me miró con cara de "ahí queda eso." Estuve a punto de vestirme de Kill-Bill y salir a castrarlo con la katana - me sale una vena violenta, que pa qué.
¡Qué honor coincidir con Monsieur Camps vestido de peregrino!!
Me alegro de que esta vez hubiera más mujeres participantes que cuando estuviste en Madrid. Y me reconforta muchísimo saber que hay investigadoras inquietas que no dejan de aprender y ponerse al día.

maikix dijo...

Es que quien no tiene pudor, no tiene pudor para nada. A mí, si alguien me llama la atención porque estoy haciendo algo mal hecho o que molesta, se me cae la cara de vergüenza. En cambio, no me atrevo a llamar la atención, por temor a que me suelten una fresca. Me gustaría tener el descaro de mi tía Leo, que una vez, también en un vagón de tren, le ofreció un paquete de pañuelos a una chica que sorbía los mocos. O quizá también sería bueno tener el morro de Camps, que niega la evidencia sin que se le mueva un pelo de los pocos que tiene.

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