viernes, 24 de junio de 2011

"Otros vendrán, que bueno me harán"

Lo mío con las asistentas no tiene nombre.

¿Quién me iba a decir a mí que iba a echar de menos a María? ¿Cómo es posible que añore su intrusión en la nevera o los armarios, su obsesión por organizar lo que nadie le había pedido, su costumbre de hacer desaparecer los objetos de la vista?
La sufrí casi en silencio, y no me atrevía a despedirla porque conocía su delicada situación económica. Pero me lo sirvió en bandeja cuando me comunicó que debía viajar a Bolivia por tres meses, y pretendía dejarme en su lugar a su hija. Aproveché la ocasión para deshacerme de ella.

Como no puedo estar sin ayuda doméstica, di voces para conseguir otra persona. La patóloga y patólogo que comparten conmigo despacho tienen en común la asistenta, una ucraniana de cincuenta y tantos, a quien le quedaba un día libre y buscaba trabajo, con lo que empezamos a compartir también la asistenta.

Zoya era la antítesis de María. Para limpiar, retiraba todo y luego lo volvía a dejar tal cual, fuesen papeles inservibles o el mantel puesto en la mesa, de manera que cuando yo llegaba a casa por la noche me costaba apreciar su paso. Me parecía que la virtud debía estar en el punto medio, pero al partir de la situación opuesta de la que tanto me había quejado, me aguantaba. Sin embargo, no quise que me pasara como con María, a quien le permitía casi todo, así que un día, tras haber comprobado que se había dejado el polvo por limpiar de algunos sitios, le dejé una nota advirtiéndoselo (a mi parecer de forma suave).
Mi sorpresa fue mayúscula cuando al llegar del trabajo me encontré que me había devuelto las llaves. Sin nota explicativa ni nada.

Casi inmediatamente, una compañera me recomendó a Francisca, otra boliviana, canguro de sus hijas, con la única advertencia de su extremada timidez. No me pareció un inconveniente, si acaso una virtud para la discreción.
Ha estado viniendo un día a la semana durante tres semanas. A la cuarta, a media faena lo plantó todo y huyó despavorida.
¿La causa? Vio a mi hijo Àlex (acaba de hacer 16 años)... ¡DESNUDO!
Cuando me llamó para decirme que no iba a volver nunca más a mi casa, no podía dar crédito. Le pregunté si es que se había metido con ella, si le había dicho o hecho algo... nada. Simplemente, no estaba acostumbrada a eso, y tenía MUCHO MIEDO!

Creo que Àlex se asustó más que ella. Suele dormir desnudo, y se levantó de la cama corriendo porque yo le llamé por teléfono, él no sabía que estaba Francisca y fue cuando ésta lo vio. Él se tapó con un cojín, pero al parecer ya era demasiado tarde...

6 comentarios:

Víctor González dijo...

Bárbaro, Maikix. Alex tiene todo mi apoyo.
Hace años, viviendo en Madrid, tuve en casa una vez durante unos días a un amigo de NY muy... liberal y a su novio negro. Entonces tenía una asistenta, María creo que se llamaba, maravillosa. En cierta ocasión volví a casa a media mañana y al entrar me encontré a Pepe -el neoyorquino- que acababa de levantarse, seguramente tras una noche de juerga, afeitándose en el baño en pelota picada, y con la puerta abierta de par en par, supongo que para oir la música que había puesto en el salón. María entretanto pasaba la aspiradora en el pasillo tranquilamente, como siempre, pero con una enorme sonrisa de oreja a oreja. Me miró, yo la miré y en mi papel de perfecto anfitrión no dije nada... y ella tampoco.
Hay gente pá tó, como decía aquel torero.
Un abrazo,

ISA dijo...

Pues vaya una racha de mala suerte pero si la chica es jovencita y encima tímida supongo que estar "sola" con un jovencito de 16años desnudo la asustaría un montón.
Igual puedes hablar con ella y desfacer el entuerto y a tu hijo decirle que los jueves salga de su habitación vestido. No se.
Pero es una papeleta no tener a nadie para la casa cuando trabajas fuera.

Yo en eso he tenido mucha suerte tengo a Voica, rumana, desde hace 10 años y viene a casa 3 dias a la semana (ya sabes, mi casa es muy grande y los 3 perros manchan lo suyo).
No la dejo: ni poner lavavajillas, ni lavadora ni meter la ropa planchada en los armarios. Las dos cosas primeras es poque son unos electrodomésticos carísimos y no me apetece que nadie meta mano (ni siquiera S.), lo de los armarios es porque soy muy maniática con las cosas, tengo una gran memoria visual y se qué tengo y dónde en cada momento.... porque lo pongo yo.
Tampoco es perfecta: algunas veces tengo que decirle "limpia en profundidad...", lo que sea, y además mi casa tiene alarma que ella quita cuando llega y pone cuando se va. Hace tiempo S. controlaba el tiempo que estaba y digamos que no hacía todo el tiempo que se le pagaba, pero como tampoco era tanto, le dije a S. que no volviera a mirar el listado de la alarma porque pa qué calentarse la cabeza. Es honrada, cumple y puedes dejar cualquir dinero o joyas en un sitio que nunca ha faltado nada de nada.
Si te vienes a vivir a Madrid te la presto para un dia a la semana .))))

maikix dijo...

Jajaja, Víctor, ya le diré a Àlex de tu solidaridad!

Isa, nada de jovencita, está más cerca de los 40 que de los 30. Lo que pasa es que es una mojigata. Intenté convencerla, de que no se encontraría más a Àlex, que hablaría con él... no quería saber nada.
Enhorabuena, casi es tan difícil encontrar una asistenta que valga la pena como encontrar novio/a! :((

PATSY SCOTT dijo...

jajajajajajaja, seguro que Alex se asustó más que ella.
En cuanto a que es casi tan difícil encontrar asistenta buena como novio/a, discrepo...lo del novio/a no es difícil sino imposible...pero ya sabes que soy una descreída.

P.D.Ya te escribiré - estoy trabajando en el bufete de Pia y salgo tardísimo y muy cansada.

maikix dijo...

Patsy, ayer puse una respuesta larguísima pero blogger no estaba en el mundo. No voy a repetirme, ya te digo en tu blog que no puedo atender a nada/nadie.
Estoy desbordadaaaaaaa...!!!

Víctor González dijo...

Visto el ofrecimiento de Isa, yo también te puedo "prestar" a Pura -si ella quiere, claro-. Es perfecta, salvo por esa costumbre tan suya de pasar primero la aspiradora y después limpiar las mesas... arrojando las miguitas y el polvo al suelo.
Un abrazo,

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